Ricardo Roa, editor, Clarín, Buenos Aires
Su vida política fue una parábola perfecta. Había entrado por la puerta de las ideas del progresismo, en el medio se pasó a las del liberalismo y terminó perdido en la ruta de la corrupción, que es la renuncia a todas las ideas, quitándose la vida.
Alan García se pegó un tiro para no ir preso. Tenía 69 años y un rechazo del 80%: era el político más impopular de Perú. Fue dos veces presidente y a mediados de los 80 había movilizado grandes simpatías y admiración en la región. La corrupción de Odebrecht, el gigante brasileño que exportó coimas por gran parte de América Latina, lo aniquiló.
…El karma de García fue el mismo que el de otros cinco ex presidentes de Perú, procesados y varios presos: Jorge Barata, jefe en Lima de Odebrecht y uno de los 77 ejecutivos arrepentidos de la compañía.