Edgar Fonseca, editor/Foto Gerardo Solís C., Asamblea Legislativa
La fluida elección de un directorio legislativo multipartidista sorprende a no pocos y pone a prueba las voluntades, posiciones y decisiones de los firmantes de un ambicioso pacto de gestión política para la segunda legislatura.
Para unos es muestra de una madurez extraña en los sinuosos recodos políticos.
Para otros se trata un vulnerable rejuntado de intereses alrededor del codiciado botín del mando legislativo.
Liberación marca el paso. En oposición y tras dos contundentes derrotas presidenciales consecutivas, los verdiblancos sacan su espuela y su destreza para liderar la más reciente agenda legislativa país. La presidencia del congreso la tenían servida en bandeja.
El PAC se acomoda. La fracción gobiernista, realista, se acomoda a su rol de minoría; entiende que en este cuatrienio necesitan de alianzas estratégicas, como esta que hoy consolidan con PLN y Restauración, para hacer gobernable la gestión de Alvarado.
El mandatario, a diferencia de su predecesor, que se enterró con sus fantasmas populistas, parece tener bien abiertos los ojos.
Un bloque evangélico insoslayable. Ningún político, en su sano juicio, puede darse el lujo de ignorar al bloque legislativo evangélico con ya 20 años de presencia e influencia en Cuesta de Moras y más allá.
Punto aparte, el fanatismo salmista que se resquebraja y se hunde en sus ocurrencias.
El PUSC patinó… El bisoño liderazgo legislativo del PUSC se amotinó y naufragó.
Fue por todo y se quedó con las manos vacías.
Extraña conducta si tienen en Piza un palmario ejemplo de pragmatismo político.
Los socialcristianos, sobrevivientes al cataclismo de los escándalos presidenciales, están llamados a un papel más protagónico, no a extraviarse en espejismos.
La izquierda, ni pincha ni corta. Reducida a una pírrica representación legislativa, la minifalda chavista tica está a gusto en su laberinto. Que así sea por los siglos de los siglos…
Otros hacen fiesta… En este río revuelto, los votos independientes hacen fiesta y se encaraman a las cumbres vedadas, en esta ocasión, para grupos más influyentes. Son votos harto inseguros, un día están aquí, mañana no se sabe.
Nada de insólito. Hay quienes lamentan como insólito el pacto multipartidista. Nada de eso. Destila realismo en los turbulentos tiempos que corren.
Requirió de un sigiloso trabajo negociador, puesto de manifiesto a lo largo de esta primera legislatura –reforma fiscal y reglamento legislativo incluidos–; un trabajo del cual algunos aun no se han percatado.
La agenda es ambiciosa y retadora. El pacto sellado por una mayoría legislativa apunta a la indispensable agenda complementaria a la reforma fiscal. Poner orden en el desmadre del empleo público, de los pluses y de las demás gollerías; poner orden en el desmadre de las huelgas impunes y oxigenar aún más la desafiante cuesta fiscal.
¡Pinta una segunda legislatura a todo meter!