Edgar Fonseca, editor
Un golpe a fuego lento se cocina contra el sistema democrático y aquí muchos guardan silencio, salvo calificadas excepciones.
Por alguna razón, la reelección del magistrado Paul Rueda, de la Sala Constitucional, no es del agrado de ciertos sectores e intereses y logran que una comisión legislativa la vete.
¿Qué le cobran al magistrado?
¡Qué votó contra los odiosos privilegios de los sindicatos judiciales!
¿Acaso es un delito guardar una pizca de raciocinio en momento de emergencia fiscal?
¡Qué votó por la reforma fiscal que todos pagaremos a partir de la próxima quincena!
¿No votaron igual el resto de sus compañeros?
Su reelección parece sentenciada salvo que, un destello de lucidez ilumine el secretismo que va cubrir esa votación.
No hay voces dignas que llamen a abortar ese golpe, salvo aisladas excepciones.
Guarda silencio la cúpula judicial, como si no fuese con ella.
Como si no hubiesen vivido en carne propia la embestida en 2013, cuando otro desafuero legislativo boicoteó al magistrado Cruz.
Guarda silencio Liberación Nacional y demás fuerzas políticas clave en el Congreso, listas, por lo visto a cohonestar este zarpazo al sistema democrático.
NI se lanzan a las calles los sindicatos, como lo hicieron seis años atrás, disque “en defensa de la democracia”.
Hoy les importa proteger, solo y sí, sus privilegios.
¡Qué pena por la confianza en nuestras instituciones democráticas!
¡Qué pena por nuestro Poder Judicial que no puede tocar más fondo!
¡Qué pena por una legislatura que, se suponía, barría a escobazos los males de las anteriores pero que, en un instante crucial como este, se extravía en su laberinto de cálculos poco transparentes, para acrecentar su desprestigio en la opinión pública.
Y cual es el interés sobre este magistrado en particular, si la forma de votación propuesta así la establece la normativa y nadie dijo nada sobre esa misma forma de elección en el caso de la magistrada Varela
Caso polémico.