Una marcha y mil palabras…

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Edgar Fonseca, editor/Foto Twitter Sharon Day

La escena de la embajadora de EE.UU. caminando tranquila y segura por las calles de la capital con motivo de la marcha de la Diversidad deja una postal digna de ser propagada.

No solo es simbólico su gesto de sumarse y respaldar un evento que, con el paso del tiempo, se afianza significativo para un importante sector de nuestra sociedad, sino que retrata, una y mil veces más, a una nación capaz de permitir que un diplomático se sienta con la suficiente confianza de echarse a las calles, sin la menor inquietud sobre su seguridad, aún en estos agitados tiempos.

Sin mayor ostentación de aparatos de seguridad a su alrededor, con camiseta blanca, jeans, sombrero tejano, gafas para el sol, la diplomática, una de las más influyentes piezas del poderoso aparato político Republicano, crucial en el insólito triunfo de Trump en la Florida en 2016, recorrió el Paseo Colón y la avenida Segunda, como una participante más del evento, con multitudinaria asistencia.

Su participación en representación de su país dice mucho de esta pequeña isla democrática latinoamericana a pesar de los turbulentos vientos económicos que le azotan.

No solo muestra un debido avance en tolerancia para con un sector bastante discriminado hasta ahora, sino ratifica esa particular condición de Costa Rica en medio del desierto regional de dictaduras, de autoritarismos, de represión y de violencia que conmueven a naciones hermanas, sin ir muy lejos, a Nicaragua y Venezuela.

Simbólica fue, también, la vibrante participación de la delegación nicaragüense –de las más aplaudidas–, respirando y disfrutando de los aires de libertad de expresión en San José, lacerados brutalmente por el estado policiaco que hoy impera en su país.

Derechos, también, brutalmente conculcados por la dictadura castrista que el domingo 11 de mayo reprimió, a sangre y fuego, una marcha del movimiento LGTBI que se atrevió a desafiar al régimen por las calles de La Habana.

He ahí cuatro importantes ecos de la marcha que tomó este domingo la capital y que en un ambiente ordenado y festivo transcurrió sin mayores incidentes.

Al fin y al cabo, son muestra de las reservas de tolerancia y de madurez democrática de este bendito país que, lamentablemente, no pocos menosprecian.