Edgar Fonseca, editor
En el frenético esfuerzo en que se encuentra el presidente Alvarado, por hacer del diálogo la opción más sensata en estos momentos, logró aplacar la
amenaza de un paro innecesario en el ICE.
Una mayoría de dirigentes sindicales de la entidad le dio la espalda, así, al irresponsable llamado a un paro nacional.
Quizá lo hicieron conscientes de que no se justifica el llamado mientras algunos se empeñan en lanzar al país al vacío.
Conscientes de no incentivar la zozobra ni la incertidumbre que fomentan los disociadores.
Conscientes, quizá, de que diálogo, negociación, acuerdo son las vías más acordes a nuestra idiosincracia.
Quizá, también, lo hicieron conscientes de los desafíos de la institución, de su ineludible modernización y de la feroz competencia global.
Paralizarla, sin razones de peso, probablemente contribuiría más, por el contrario, a su temido debilitamiento.
Por ello es digna de resaltar la actitud de estos dirigentes, no de todos, que evidencia madurez en las críticas circunstancias presentes.
… El diálogo impulsado desde todos los costados por Zapote no debería quedar a expensas de las ocurrencias que, como en el caso del MEP, lo tiene
al borde el naufragio pese a las sobradas buenas intenciones de la nueva ministra.
Una dirigencia estudiantil manipulada, se sienta con la jerarca, firma un acuerdo y en un santiamén se desdice.
Cruda lección: en esas negociaciones la ministra no debe confiar ni en su sombra…
El gobierno no solo debe tener presente la inescrupulosa conducta de sindicalistas, extremistas y agitadores profesionales, sino de políticos cínicos y
manipuladores que andan de pesca en este río revuelto, como lo ve el país en estas horas.
Decapitado “el comando”…
En una operación relámpago la policía decapitó al “comando” sedicioso que, de la mano de un extremista frustrado, amenazó con sembrar de caos nuestras calles.
Nos parece crucial esta acción policial interinstitucional que junto a la Fiscalía debe abocarse, sin descanso, a dar con el resto de aventureros.
Igual que el OIJ fulminó en los años ochenta una intentona terrorista, las autoridades no deben permitir que, en el complejo momento por el que atraviesa el país, algunos se aprovechen y fomenten actos subversivos, totalmente ajenos a nuestra convivencia.
No se les debe permitir que arrastren al país a una desgracia mayor.