Edgar Fonseca
La decisión de dos directores de colegios de romper a martillazos candados y abrir las instituciones a docentes y educandos ha generado una ola de apoyo público.
El país está hastiado de estas acciones arbitrarias fomentadas por extremistas y agitadores ahora manipulando a “tontos útiles” en los colegios.
Los directores de los liceos de Cañas, Guanacaste, y de Santa Bárbara, Heredia, se negaron a ser secuestrados en sus funciones, en su misión, en su responsabilidad.
Actuaron honestamente, dignamente, profesionalmente.
Por eso el respaldo de la opinión pública.
La acción de dichos directores, aunque lamentable, por el extremo a que fueron llevados, evidenció, además, el fracaso de un movimiento sin pies ni cabeza, sin razón de ser.
Una gran mayoría de instituciones colegiales desatendió el llamado y continuó sus tareas normalmente, en momentos en que la nueva ministra, cargada de buena voluntad, se enfrascaba en una compleja tarea de diálogo con aquellas partes interesadas.
Es de lamentar, no obstante, que 45 colegios cerraran del todo y otros 41 se vieran afectados parcialmente.
Son centenares y miles de jóvenes los que, en tiempos como estos, ven frenadas sus posibilidades de desarrollo educativo y quedan a expensas de seudodirigentes que, como lo desnudó la entrevista de Monumental, tan solo son las marionetas del show desestabilizador.
Las incoherencias de dos de los supuestos líderes del “gran movimiento estudiantil” que ni siquiera pudieron responder qué entienden por educación dual, motivo clave de su oposición, delataron a sus orquestadores.
Como el ridículo episodio del “comando” en Río Cuarto dejó al descubierto a un grupúsculo de aventureros, el golpeteo de los martillos en los colegios, destapó a más inescrupulosos en la presente coyuntura.
El país debe estar alerta.
Punto final-El gigante Coca Cola empieza a contratar jóvenes estudiantes de los colegios técnico profesionales de Cañas y Santa Cruz, para su modernísima planta en Liberia, con una inversión inicial de $50 millones.
La oferta la ampliará a técnicos del INA y de los centros universitarios de la zona.
“Haber ingresado a esta empresa significa un paso enorme en mi carrera y vida. Marca un antes y un después”, dijo Carlos Chaves, uno de los muchachos contratados, probablemente el mejor ejemplo frente a quienes embarcan y engañan a decenas de jóvenes incautos en sus andanzas.