Nicoya recupera su joya colonial

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“¡Bomba! Chim pom y se vino un mecatazo, un 7.6 en Nicoya que fue un riendazo que nos dejó azurumbados y con el chunchero hecho pedazos, pero mi tierra aguanta meniones por montones, sino pregúntele a San Blas y a la Lupita que son los patrones de esta tierra de bendiciones y alegría inmensa…”

Edgar Fonseca, editor/Foto Roberto Carlos Sánchez, Presidencia

Tras resistir sismos  e incendios,  el emblemático templo de San Blas, Nicoya, severamente dañado por el terremoto de Sámara de 2012, fue reabierto este miércoles con ocasión del 195 aniversario de la Anexión  y tras una inversión de ¢670 millones.

Se trata de uno de los escasos vestigios arquitectónicos de los inicios de la vida republicana del país, destacó Diego Meléndez, director de Patrimonio Cultural.

Según dicho funcionario, el templo de San Blas es, junto con la parroquia de La Inmaculada, en Heredia, uno de los pocos vestigios, aún en pie, de la época inicial de la vida republicana, a pesar de tener una marcada influencia de los métodos y tradiciones constructivas de la arquitectura colonial.

La celebración oficial, encabezada por el presidente Carlos Alvarado, fue abierta con una retahíla del nicoyano Farid “Pilón”.

Con su restauración, el templo se mantiene como epicentro de tradicionales celebraciones comunales como  las fiestas patronales en honor a San Blas, cada 3 de febrero, y de las de Nuestra Señorita La Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre.

Igualmente es escenario de alegres mascaradas, juegos de pólvora, procesiones católicas de Semana Santa y un sinnúmero de festividades y tradiciones que la han convertido en ícono de comunidad y de Costa Rica, destacó la Presidencia.

Siete años de trabajos

El inmueble permaneció cerrado por casi siete años con motivos de los trabajos de restauración.

“Nos llena de alegría hacer entrega de las obras de restauración de uno de los templos más importantes, antiguos y queridos por todos los costarricenses”, dijo el presidente Alvarado durante el acto.

“Esta Iglesia y cada uno de nuestros espacios patrimoniales son activos únicos y valiosísimos que nos aporta memoria, valores de convivencia, orgullo, sentido de pertenencia y sentimientos compartidos”, exaltó la ministra de Cultura, Sylvie Durán.

Tras terremotos e incendios

Los terremotos en la zona han sido el principal enemigo de esta iglesia, desde la construcción en 1644. Este templo, anterior al actual, fue destruido completamente por un terremoto en 1826. La existente ermita de San Blas es una construcción en calicanto y techo entejado iniciada en 1827. La orden vino de la Asamblea Constitucional que emite un decreto el 28 de julio de 1827, el cual acuerda la reconstrucción de la iglesia. El decreto concedió la licencia a la Municipalidad de Nicoya para reedificar el Templo, en cuyo proceso aportaron las cofradías de Nicoya, consignó Casa Presidencial.

Las obras *

Por las paredes. Consistió en refuerzo estructural en las paredes laterales. La inversión fue de ¢167 millones. Se realizó entre 2015-2016.

La fachada. Refuerzo estructural de la fachada principal por ¢157 millones. El diseño de la intervención estructural de la espadaña recomendó construir una estructura, tipo pared, de acero y cemento en la parte posterior de la fachada para no afectar los detalles arquitectónicos del frente donde aún se lee: “Viva Blas”. Se ejecutó entre 2016-2017.

Última etapa.  Tercera y última etapa a un costo de ¢300 millones, de marzo a julio de 2019.

De nuevo, la mejor forma de reforzar las paredes del presbiterio y las sacristías fue mediante la instalación de fibras de carbono.

Se realizaron trabajos preliminares de evaluación arqueológica; remoción de pisos y ampliación de cimientos, restauración de las paredes de calicanto; impermeabilización de la cubierta sobre el presbiterio, restauración de detalles arquitectónicos, reposición de tejas del techo; readecuación del sistema eléctrico e instalación de rampa de acceso.

En las tareas de prospección arqueológica se encontraron objetos y cuerpos enterrados según fue la tradición en la Colonia. Se descubrieron los cimientos del templo de 1644, por lo que se optó por dejar dos ventanas arqueológicas para que el público pueda observar los vestigios de cuatro siglos: los cimientos de 1644 (siglo XVII), la huella del incendio de finales del siglo XVIII, la construcción de mediados del siglo XIX y la restauración realizada entre 1990 y 1994 (siglo XX). Una exposición con siete paneles informará al público sobre la historia, así como los trabajos arqueológicos y de ingeniería realizados.

Fuente: Casa Presidencial