El Presidente… no tiene quien le crea

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Edgar Fonseca, editor

¿A quién le creemos?

¿Al Presidente que sale a justificar el suculento plato servido, bajo extorsión, a los dirigentes sindicales de la Caja?

¿O a los extremos del pacto cocinado, en silencio, en secreto, ah tiempo ya, contra lo dispuesto por la nueva ley fiscal que sí deben cumplir todos los ciudadanos?

Un pacto tallado a la medida, al antojo, a la arbitrariedad de una dirigencia gremial estridente, chantajista.

¿A quién le creemos?

¿Al Presidente que jura y perjura que no le hizo concesiones a estos dirigentes?

¿O a la letra menuda de ese combo de acuerdo con tufo de “compadre hablado”, que adobó y aderezó cada una de las demandas gremialistas y que, como gran acuerdo, lanzó al vacío de nuestros tribunales, “per saecula saeculorum”, la definición de los pluses multimillonarios que dichos dirigentes se niegan a renunciar y a acatar como manda la nueva ley para el resto de ciudadanos y entidades?

¿A quién le creemos?

¿Al Presidente que dice que la regla fiscal aplica a la CCSS o al acuerdo mansamente suscrito, ¿gato encerrado?, por la jerarquía de la institución que cohonesta que no les aplica?

¿A quién le creemos al Presidente o a su ministra de Hacienda que dignamente rechaza ese pacto que menoscaba su crucial esfuerzo por sanear y ordenar las finanzas públicas?

¿A quién le creemos?

¿A quiénes nos dicen que este fue el mejor acuerdo posible a costa de un gravísimo violentamiento legal que queda impune tras afectar a unos 120 mil pacientes?

¿A quién le creemos?

¿Al Presidente y a su círculo cero que, en vista del repudio público a este pacto espurio, se ven obligados a salir en su defensa?

Muy a pesar del esfuerzo dialéctico presidencial de que “gobierna para las mayorías”, este episodio socava severamente la confianza en una administración que hasta hoy había dado muestras de mayor madurez y seriedad para acometer la emergencia fiscal del país. Que parecía que no iba a incurrir en los pecados capitales de su predecesor que capituló y se sometió, de entrada, ante los intereses sectoriales y gremialistas en detrimento del interés público y que nos hizo llegar adonde estamos.

¿A quién le creemos?