Edgar Fonseca, editor
Ante la intentona desestabilizadora golpista que vive Ecuador, el gobierno de Costa Rica se coloca del lado correcto de la historia al respaldar al presidente Lenín Moreno y a las instituciones democráticas de esa hermana nación.
En cuestión de horas, una protesta, por la eliminación de un subsidio de 40 años en los precios de combustibles, desató un estallido de violencia que obligó a Moreno a “exiliar” la operación del gobierno en Guayaquil, y a imponer medidas extremas como el estado de excepción y el toque de queda con el respaldo de las Fuerzas Armadas y de los demás poderes del Estado.
Detrás de la orgía de vandalismo en que han degenerado las manifestaciones, con asaltos al parlamento y a la Contraloría General de la República, entre otras instituciones, con bloqueos de vías, disturbios propagados y parálisis, el mandatario denuncia una conspiración.
Y no duda en acusar al expresidente Correa, su padrino político, de quien se alejó abruptamente tras asumir el poder, y quien tienen orden de captura internacional por Interpol.
También apunta al régimen de Caracas.
Costa Rica se muestra solidaria con el presidente Moreno y con la defensa de las instituciones democráticas en Ecuador.
Deplora la violencia y la tensión social, y hace votos por un pronto retorno a la normalidad como merece la población ecuatoriana, citó un pronunciamiento oficial.
Además, reiteró su apoyo a las autoridades legítimas del Ecuador, con el Estado de Derecho y la democracia en ese país, y respaldó el diálogo como forma para asegurar la paz social y el entendimiento.
La posición oficial costarricense es correcta y coherente en el concierto regional e internacional, como corresponde a la más antigua democracia latinoamericana.
El propio presidente Alvarado ha vivido en carne propia en el último año temerarias aventuras desestabilizadoras.
Ante el incendio que parte interesada desata en Ecuador, Costa Rica procede conforme la defensa de las mejores tradiciones democráticas.
Reacciona firme en la condena de una acción concertada de grupúsculos anárquicos, vandálicos, con nefastas intenciones.
“Hemos salido de ese engaño, el falso socialismo del siglo XXI, ese socialismo no existió jamás. Todo lo contrario, (eran) un grupo de pandilleros, de mafiosos que lo único que se encargaron es de corromper y ser corrompidos”.
Con estas palabras, el presidente Moreno sentenciaba, apenas el pasado 27 de setiembre, la farsa política bolivariana de Correa, por cierto, cohonestada aquí, sin rubor, por el primer mandato PAC.