Edgar Fonseca, editor
Cuando tenemos exmagistrados, exdiputados, expresidentes y centenares más con pensiones, no de lujo, sino obscenas, claro que el país desigual chima.
Cuando tenemos que el 80% de los fondos de las universidades se lo devoran los salarios y los frondosos pluses de sus planillas y no queda un cinco para becas, investigación, mucho menos para infraestructura, claro que el país desigual enchila los ojos.
Cuando tenemos a jerarcas bancarios ganando como jeques…
Cuando vemos a magistrados, rectores y líderes gremiales haciendo mancuerna, defendiendo los cofres de sus escandalosos regímenes salariales, de sus convenciones colectivas, de sus insostenibles anualidades a costa de la virtual quiebra de instituciones, Japdeva, tan solo para citar el más reciente ejemplo, ese país desigual se remece.
Cuando escuchamos a empresarios criticones por el estado de cosas pero omisos de una propuesta realista de reactivación, y por supuesto, callados cuando de incrementar condiciones laborales se trata, como lo están haciendo hoy, desesperados, sus colegas andinos, claro que el país desigual asusta.
Cuando el deporte rey de muchos es la evasión fiscal…
Cuando hacen clavos de oro con el turismo pero desdeñan la miseria a su alrededor…
Y cuando vemos a nuestros conspicuos líderes políticos de todos los colores y fragancias más concentrados en el botín de las alcaldías del próximo dos de febrero, que preocupados por atender necesidades apremiantes, agobiantes, como la marea del desempleo que arrolla al menos a 300 mil ticos, ciertamente esa desigualdad se vuelve una daga en la yugular de esta sociedad.
Una sociedad que para nada está inmune de los desvaríos vandálicos, extremistas, populistas, autoritarios que hoy estremecen nuestras cercanías. Para muestra el año de crispación que hemos atravesado.
El cataclismo del supermoderno y superdesigual Chile se vuelve un espejo inesquivable, una cruda amenaza.
¿Qué lectura están haciendo nuestros actores políticos, sociales, económicos, empresariales, gremiales de esa tragedia?
¿Qué conclusiones sacan para ceder, unos y otros, y otear un gran esfuerzo nacional, una gran agenda de reactivación que dé respuesta a la acumulación de necesidades, de frustraciones y de resentimientos que se respira, atizada por extremistas y disociadores, antes que el maremoto chileno alcance nuestras costas?