Edgar Fonseca, editor/Foto Twitter
Lo tumbó su autoritarismo.
Pretendía seguir, como Ortega y Maduro, por 18 largos años hasta el 2025.
Lo tumbó su borrachera de poder.
Creyó sepultar la voluntad popular de un referéndum que le dijo “no”, clarísimo, a su reelección indefinida y sembró tempestades.
Lo tumbó el escandaloso fraude con que intentó permanecer gobernando para siempre.
Lo tumbó la rebelión ciudadana incontenible ante aquel asalto de la voluntad cívica.
Y lo tumbó el ejército que, como Ortega y Maduro, creyó controlar, pero no le sirvió de cómplice.
“Me traicionaron”, lloriquea.
Y huyó de La Paz.
Dejó atrás sus lujos y suntuosidades de “emperador”, como se lo destaparon las nuevas autoridades.
Su “penthouse”, sus saunas, sus baños de mármol…
Y dejó en llamas al país.
No se jugó el chance de ser llamado ante la justicia.
Ni de dar cuentas.
No quiso jugarse el chance de Lula, sentenciado y encarcelado por corrupto.
Y se escondió en el Chapare con sus camaradas.
Y así cuajó su escabroso escape, su huída de la justicia boliviana.
Contó con la complicidad de López Obrador, el nuevo “mesías” de los “progres” de la región.
El demagogo que lo recibe con alfombra roja, con honores oficiales y con un oneroso avituallamiento a cargo de sus domesticados contribuyentes.
Y, en grotesca violación de su condición de asilado, amenaza con un baño de sangre en su atribulada nación.
El demagogo y el resto de la feligresía “progre” le aplauden.
La caída de quien aparentaba ser invencible, Evo Morales, es un gran triunfo de los demócratas bolivianos.
Ojalá superen pronto este turbulento trance de su historia.
Vayan pronto a elecciones.
Y dejen atrás este nefasto capítulo, lastre del tristemente célebre Socialismo del Siglo XXI.
Sería un respiro para ellos y para la región.
Punto final-Ortega y Maduro saben que en cualquier momento les llega su hora, como bien les advirtió Mr. Trump.
Por eso la ola represiva de las últimas horas contra opositores en Managua y Caracas.
… Y para gran deshonra de la rica tradición democrática costarricense, el presidente del primer gobierno PAC lamenta la suerte del dictador en fuga.
¡Qué vergüenza!