El Poder Judicial, sus odiosos privilegios y … los ciudadanos de a pie

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Edgar Fonseca, editor

La consigna es clara.

La defienden a capa y espada.

La defienden los jerarcas.

La defienden al unísono los gremios.

Amparados a un sacrosanto Estado de derecho, que parece aplicar en este país para unos y no para todos, advierten que no permitirán se les lesionen sus jugosos derechos adquiridos.

Intocables son sus pluses, como intocables son sus lujosas pensiones.

Y, así, se ponen por encima de la ley, de aquella ley que sí deben acatar el resto de los ciudadanos… los de a pie.

Y, en medio de la indignación pública, justificada, no solo rechazan mandatos que aplican para todo el sector institucional, sino que saltan y denuncian que hay campañas de desprestigio que atentan contra su independencia funcional.

Nada más alejado de la verdad.

La prensa, por supuesto, es parte de la persecución, reclaman algunas voces.

No parecen darse cuenta de los signos de los tiempos.

No parecen darse cuenta del esfuerzo en que está enfrascado el país por sanear las finanzas públicas.

Ni parecen darse cuenta de la emergencia fiscal que atraviesa el Estado.

Eso no es con ellos.

Eso que lo arreglen los demás, se soltó uno de estos conspicuos jerarcas del Poder Judicial.

Sus derechos son intocables, advierten.

Y tiñen de una alambicada argumentación jurídico-legal, algo que la opinión pública no les cree.

No convencen por más papel de víctimas que traten de asumir.

No parecen ser conscientes del descrédito institucional que contribuyen a expandir en el tanto observen ese palpable menosprecio a compartir el sacrificio que en estas horas asumen otros vastos sectores de nuestra sociedad.

No hay, a la vista, una pizca de disposición de ceder, de responder con ese sentido común que se le demanda a los actores sociales en coyunturas como la presente.

La consigna es clara.

La defienden a cualquier costo.

Siguen aislados en su burbuja…