Edgar Fonseca, editor
Es inhumano echarle encima la responsabilidad y la suerte de un club histórico como Alajuelense a un jugador de 22 años.
Es injusto.
Es innoble.
Es indigno.
Adonis Pineda es parte de una estructura deportiva e institucional.
Con él, la responsabilidad es compartida por los demás jugadores, por el cuerpo técnico, por los directivos que aceptaron lanzarlo a la hoguera de una intempestiva titularidad hace menos de un año.
No se trataba de darle las riendas de cualquier equipo y, menos, en la coyuntura en que andaban y andan.
Unos y otros se la jugaron…
Cierto que incurrió en errores garrafales que condujeron al nefasto desenlace para los manudos en la final del Torneo de Apertura 2019.
Pero, ¿cuál portero no ha incurrido en su trayectoria en yerros, en pifias, en especial en sus inicios?
¿No las vivieron Marco Rojas, José Antonio Porras, Erick Lonnis, el propio Esteban Alvarado, hace menos de un año en el Morera Soto, o el mismísimo Keylor, nuestro último astro tico en tierras europeas, y muchos otros de los grandes arqueros nacionales?
Y, ¿no tuvieron una nueva oportunidad?
¿No tuvieron un nuevo chance de reponerse, de madurar?
Parece desproporcionada la reacción de cara al momento que atraviesa el joven hojancheño, criado paso a paso en la cantera rojinegra, y lanzado sorpresivamente a la titularidad, tras la abrupta salida de Pemberton, de inolvidables tormentosas jornadas.
Adonis merece un nuevo chance.
Su carrera apenas despega.
Hizo un excelente torneo de Apertura y demostró agallas, valentía, osadía, seguridad. Fue el arquero menos batido.
Hay que trabajarlo más, dice el exarquero erizo y coach de guardapalos, Paul Mayorga.
¿Lo rescatará la Liga o lo mandará al destierro en medio de la urgencia, de ese frenesí por un esquivo título, tras ya 12 largos torneos de sequía?