Nacimiento de perezoso puso a llorar a turistas en La Fortuna

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Edgar Fonseca, editor/Fotos Facebook Agustín Murillo Víquez

Un instante único.

Un momento maravilloso.

Así resume el fotógrafo y guía turístico, Agustín Murillo Víquez, la vivencia inolvidable del domingo anterior cuando acompañaba a dos turistas canadienses en La Fortuna de San Carlos y fueron testigos del inusual parto de un perezoso en lo alto de un árbol de guarumo.

“Una de ellas, que es asistente de partos, se puso a llorar”, recuerda Murillo, de 26 años, vecino de Poás de Alajuela, de aquel instante que, primero lo observaron ellos solos desde el suelo en lo alto de aquel árbol a la orilla de la carretera.

Conocido lo que pasaba la gente se aglomeró.

Murillo cree que unas 100 personas fueron testigos, finalmente, del acontecimiento a las 2:30 p.m. del domingo con un clima espectacular sin una sola nube en el cielo, ideal para tomar fotografías.

Murillo, quien trabaja como técnico en redes en Western Union, se dedica a guía turístico y fotógrafo aficionado de la naturaleza en sus tiempos libres, cuenta que lleva dos años de dar seguimiento a esa perezosa en un árbol localizado a unos dos kilómetros de La Fortuna.

El domingo, de un grupo de 12 turistas, norteamericanos, 10 decidieron irse a hacer canopy y dos prefirieron ir a ver el lago del Arenal.

De camino, él les ofreció dedicar unos minutos a la observación de la perezosa, especie exótica para dichos turistas.

Estuvieron de acuerdo y a pocos minutos de llegar notaron que del árbol caía un fluido.

Los turistas le reclamaron que los había llevado a un sitio donde les orinaba desde lo alto el animal.

“Te agarramos en una mentira”, le dijeron.

Él les aclaro que dichos animales cuando hacen sus necesidades bajan al suelo.

¡Absortos!

De un pronto a otro descubieron lo que ocurría. Quedaron absortos.

Aferrada a una rama desde unos cinco metros de altura la perezosa daba a luz y, diligentemente, limpiaba del líquido amniótico al recién nacido. Esas eran en parte las gotas que caían.

En ese instante, una de las turistas, enfermera de sala de partos en su país de origen, lloró, recuerda Agustín.

Sorpresivo

Las perezosas no siempre tienen sus partos de día. Por lo general, cuenta Murillo, los tienen de noche o de madrugada pero en este caso dio la sorpresa a los ojos de los que la muraban.

La perezosa chineó y chineó a su recién nacido por más de una hora, hasta le amamantó, mientras los turistas y demás curiosos seguían “en vivo”, desde el suelo, aquella experiencia de vida animal.

Suerte y milagro, resume Murillo la experiencia.

Su ojo trata de rescatar especies de Costa Rica y le tiene la mira puesta a los colibríes, una ave difícil de captar con los lentes más poderosos, debido a que en un parpadeo vuelan a más de 80 kilómetros por hora, dice.

Hace dos años captó una especie de colibrí en San Vito de Coto Brus del que no se tenían rastro desde 1906.

Sí se requieren de suerte … y mucha paciencia, horas de espera, enfatiza Murillo, para lograr objetivos como esos o como la inesperada perozosa de parto el domingo pasado.

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