-El presidente debe intervenir de emergencia su administración
Edgar Fonseca, editor/Foto Facebook AyA
Mientras todo el aparato institucional está volcado, conforme su responsabilidad, en atender con contundencia la emergencia sanitaria ante la pandemia del coronavirus, la gestión del A y A falla estrepitosamente.
Y deja a estas horas cruciales a cientos de miles de usuarios en el Gran Área Metropolitana y más allá sin ese vital líquido.
Para esta semana anuncian que los racionamientos afectarán al menos a 250 mil usuarios.
El presidente, muy atento al quehacer de los jerarcas de Salud y del comando operativo de emergencia, se hace de la vista gorda con la deficiente respuesta de la jerarquía del A y A en la presente crisis.
Pero debe intervenir de inmediato la gestión de una institución cuya jerarca no convence a nadie con los malabares y las justificaciones que, un día y otro, lanza a la opinión pública.
El presidente debe evitar que una pésima gestión administrativa, como lo evidencia en estos momentos A y A, se le convierta en un bumerán contra todo el esfuerzo interinstitucional ante la epidemia.
Una gestión tan deficiente que ni siquiera logra explotar toda la posibilidad de alianza y estratégica que debe ejecutar para explotar, de urgencia, con el ICE, sus vastos reservorios de agua a lo largo y ancho del país.
Una gestión tan deficiente que lleva al bloqueo, un día y otro, de arterias viales clave como la 39, aunque lo impongan “4 gatos” en perjuicio de la colectividad.
El presidente se hace de la vista gorda ante todo ello.
¿A qué obedece tanta lealtad con una jerarquía?
“Racionamiento en 14 cantones, afectando 357 mil personas. El principal problema es de infraestructura y gestión. La posible solución se anuncia para el 2025!! (eso si no hay atrasos). No es aceptable. Hay que buscar más alternativas”, reclamó desde el 11 de marzo el presidente de la Asamblea Legislativa Carlos Ricardo Benavides.
El gobierno guarda silencio.
Estamos ante la mayor amenaza sanitaria para el país de los últimos tiempos y las respuestas de todo el aparato institucional deben ser fluidas, prontas, efectivas, eficientes, ejecutivas.
La gestión del A y A falla en estas horas críticas y eso indigna a la opinión pública.
No solo indigna sino que se convierte en un grave frente de incredulidad para la gestión de la administración ante esta epidemia que, hasta ahora, ha sido clara, pronta, sensata desde el sector salud.