Edgar Fonseca, editor
Ante el juicioso llamado del ministro Méndez Mata a atender el consejo de la voz de la experiencia, de “los maestros”, en el manejo de crisis en los pasillos presidenciales, el alto mando político del PAC se rebela.
Golpea la mesa.
Flaco servicio, en instantes cruciales, a un gobierno diezmado políticamente.
No han leído o no quieren hacerlo a aquel pragmático líder chino Deng Xiaoping: “No me importa si el gato es negro o blanco, siempre que atrape ratones”.
El presidente Alvarado dio muestras, desde el inicio de su gobierno, de una lectura realista de la compleja geografía política del país y convocó a una gestión de “unidad nacional”.
No podía ser de otra manera.
Con una fracción minoritaria, sus pretensiones gubernamentales se circunscribían a forjar acuerdos y consensos más vastos.
Así el país, no la comisión política del PAC, vio con buenos ojos la conformación inicial de un inédito gabinete ampliado y el avance de reformas estructurales postergadas durante décadas.
Alvarado, no la alta comisión del PAC, se jugó su capital político.
El país pudo ver, a pesar de los forcejeos y tensiones naturales, los logros de aquella apuesta.
Tras el convulso capítulo de la agencia presidencial de análisis datos, Alvarado le confía a Méndez Mata, la figura de mayor capital político en este momento, auxiliarlo, guiarlo, orientarlo.
Es una decisión sensata de su parte.
Méndez Mata, con esa espuela de una vida entera dedicada a la gestión pública, anuncia que en este trance acudirá, como Deng, a todo aquel que sume y ayude al gobierno a superar el remezón.
La comisión política del PAC hace una pobrísima lectura de los acontecimientos.
Ojalá la luz de Deng les ilumine en ese túnel en que se hallan.