Edgar Fonseca, editor/Foto diario La Stampa, Italia
Las medidas adoptadas por el gobierno para enfrentar la propagación del coronavirus en el país han sido oportunas y debidas. Son indispensables.
Ante la mayor amenaza sanitaria mundial de tiempos recientes, con un riesgo de contagio descontrolado, extendido a lo largo y ancho del orbe, cualquier medida de contención local es prudente.
De partida, fueron suspendidos los eventos masivos, las aglomeraciones, todo aquello que pueda generar un riesgo mayor de contagios.
Este domingo 15 anunciaron cierre total de casinos bares, discotecas que incumplen las restricciones impuestas. Y viene un cierre progresivo de centros educativos vulnerables a la pandemia.
Debemos ajustarnos y sujetarnos a decisiones, casi de “shock”, ante una emergencia que ya tocó nuestras puertas con 35 casos confirmados hasta este domingo, y con decenas a la espera de pruebas clínicas.
El manejo interinstitucional de las primeras derivaciones de la epidemia, con el ministro Salas de Salud a la cabeza, ha sido correcto sin estridencias innecesarias.
La opinión pública ha sido informada con prontitud y con la certeza de versiones procedentes de las fuentes más autorizadas, en el presente caso del sector salud.
En circunstancias como estas se requiere de las máximas autoridades y de las instituciones involucradas la información más cierta, fluida e inmediata.
Lo contrario se presta al rumor, a la confusión o al chisme irresponsable que domina las redes en nuestros días.
Las autoridades no deben dar espacio al alarmismo o a la generación irresponsable de pánico o zozobra, cuando de por medio está la salud y la vida de los ciudadanos.
Y, dentro de la “anormalidad” de estas horas, el país debe continuar su marcha, sin menospreciar las opciones que, como el teletrabajo, son ideales en coyunturas como la presente.
Punto final-Esta crisis pone a prueba, además, el liderazgo y capacidad ejecutiva del mandatario, tan golpeados en semanas recientes.
Tanto él, como su “círculo cero”, deben apreciar la oportunidad para, con acciones decisivas y efectivas, guiar al país a enfrentar y superar una emergencia que en otras naciones ha adquirido dimensiones de catástrofe.