Preparándonos para lo peor…

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Edgar Fonseca, editor/Foto EPA, The Guardian, Londres


Ante las dramáticas escenas que nos desgarran desde España e Italia, el país debe prepararse para lo peor de esta pandemia infernal.

“Quiero decirles que estos números van a aumentar, van a haber más casos graves, van a haber más casos infectados, vamos para arriba. Van a aumentar las cifras aquí y en todo el mundo porque es un virus muy transmisible”, sentenció el ministro de Salud, Daniel Salas.


Si no llega ese temido momento, ¡bendito Dios!, sino, al menos, habrá una capacidad de respuesta institucional indispensable, básica, fundamental, ante los estragos que estarían a las puertas.


Lo prioritario: salvar cuantas vidas sea posible.


Se entienden, entonces, las decisiones de emergencia de las autoridades de Salud y de la CCSS, no solo las restrictivas que nos tienen confinados por la fuerza en nuestros hogares.


Se justifican aquellas que dotan al sector salud de los recursos necesarios para enfrentar un disparo de la emergencia.


Román Macaya, presidente de la CCSS, anuncia la compra de urgencia de todo equipo destinado a atender un crecimiento anormal de casos de contagio.


Ventiladores pulmonares, termómetros, aspiradores de secreciones, rayos X, kits de diagnóstico del covid-19 para todos los hospitales forman parte de las adquisiciones.


Lllegarán al país 90 ventiladores en dos semanas, 80 más en 50 días y otros 81 en dos meses.


Esta semana arranca su funcionamiento el Cenare como centro exclusivo de atención de los pacientes por coronavirus.


Además, se han separado 2.000 camas en todo el sistema , lo que representa casi un 40% de la capacidad en los 29 hospitales.


Si hasta el momento las respuestas institucionales han sido oportunas, lógicas, correctas, el país no debe escatimar esfuerzos ni recursos en estas horas para enfrentar lo que nos tenga reservado esta peste.


Lo clave, pareciera, de todas estas decisiones, es no solo garantizar pronta atención a los casos más delicados, monitorear en domicilio a los menos graves.


Lo crucial es evitar el colapso y la catástrofe que conmueven a Italia y España.

Y en esto somos responsables todos, no solo las autoridades que cumplen su misión con seriedad y responsabilidad.