Edgar Fonseca, editor/oto Julieth Méndez, Casa Presidencial

La designación de Marcelo Prieto como nuevo ministro de la Presidencia tomó por sorpresa aunque no asusta al politólogo y analista Constantino Urcuyo.

“No me lo esperaba”, dice Urcuyo, quien creía que la elegida iba a ser Silvia Lara, actual viceministra de la Presidencia, o alguien “más bien del puro PAC”.

Las excepcionales circunstancias económico-sociales que enfrentará el país, pospandemia del coronavirus, llevan a Urcuyo a considerar que, por su experiencia política, el nombramiento de Prieto, a partir del 1º de mayo, puede contribuir al manejo de los acontecimientos en marcha.

“Marcelo tiene cintura política”, resalta de quien fuera un exbeligerante diputado PLN durante el periodo 78-82, en medio de una mayúscula crisis político-económica que vivió el país bajo la administración Carazo.

“Es un hombre de experiencia política de larga data. Fue diputado. Estuvo metido en un partido. Conoce de política”, ahonda Urcuyo de cara a la gestión del nuevo ministro y asevera: “porque una crisis de estas dimensiones solo se maneja políticamente”.

-¿Su consejo al nuevo ministro?

-Converse, converse, converse con todos los sectores. Empiece conversando. No se cierre. No se recluya en Casa Presidencial. No dé peleas innecesarias todavía. Trate de ponerse de acuerdo con el mayor nuúmero de sectores. La unanimidad es un sueño pero si logras coincidir con un número de actores sociales, eso lo necesita el gobierno.

Prioritario, dijo, será que se gane la confianza de algunos sectores empresariales, no todos, escépticos con su nombramiento, y que sane, al mismo tiempo, las heridas del largo reciente enfrentamiento de este gobierno con el sector sindical.

Las declaraciones las dio Urcuyo este domingo 19 de abril a consultas de este editor.

-¿Es la figura indicada para esa gestión?

Ese tipo de juicios no los hago, que lo hagan los periodistas o los analistas. ¿Quién soy yo? Soy académico.

-¿Cuáles son al menos tres valores a reconocer en esta designación?

-Es un hombre de experiencia política de larga data. Fue diputado. Estuvo metido en un partido. Conoce de política y contribuyó de manera significativa a la construcción de una universidad técnica importante. Son factores muy importantes.

Esto solo se resuelve políticamente

-¿Por qué?

-Porque una crisis de estas dimensiones solo se maneja políticamente. Tenés que tener conocimiento de los recursos técnicos a los cuales vas a echar mano. Eso es crucial. Vos no vas a meter a alguien que venga de un mundo que no tenga que ver con el Estado en un momento en que el Estado está asumiendo funciones importantísimas.

-¿Cuáles son al menos tres debilidades con su nombramiento?

-Una es suponer que no viene del partido de gobierno ni del círculo más cercano al presidente. Es un elemento un poco extraño a la realidad del partido de gobierno.

-¿Por qué?

-Porque vos cuando sos un actor político tenés que conocer quienes son los otros actores si querés iniciar políticas, tenés que pasar por un periodo de aprendizaje y contacto con ellos. Ha estado fuera un rato de la política pero ha estado en la actividad pública. Es un tipo que tiene experiencia en el manejo de la cosa pública. Cuando el corazón de la política pública está ubicado en el Estado, eso es importante.

-¿Desafíos inmediatos para su tarea?

-Ponerse a tono con las estructuras del partido de gobierno. Me parece que ha habido alguna reacción adversa de algunos sectores del mundo empresarial, no de todo el mundo empresarial. Tendrá que asegurarles que él no significa un riesgo para los intereses de esos sectores.

-¿No todo el sector empresarial?

-Tengo algunos empresarios amigos: unos le tienen cierta reserva, otros lo ven como un político más que podría hacer bien el trabajo.

Sanar heridas con sindicatos

-¿Cuál es su principal reto con el sector gremial sindical ante la pandemia fiscal que se viene?

-Algo muy importante: debe reanudar contactos con ese sector, a nivel de conversaciones, diálogos, es un grato reto. Ha habido un choque brutal entre ese sector y el gobierno desde el 2018.

Dar confianza a los empresarios

-¿Su principal desafío con el sector productivo, privado, con quiebras, cierres, reducciones laborales en marcha?

-El sector productivo no son solo los empresarios son las empresas y en las empresas hay empresarios y trabajadores.

Tendrá que tener una política clara con lo que se está haciendo en todo el mundo: empresas siendo sacadas de la quiebra con subsidios estatales, asegurarles a esas empresas que existen los recursos públicos suficientes para salvarlas de la quiebra y ayudarlas a salir de esta situación y mantener dialogo permanente. Tiene un equipo económico muy profesional en Hacienda y Banco Central. Aprender a coordinar con ellos de manera estrecha. Contacto intenso con el ministro André Garnier de relaciones con los sectores empresariales organizados y conversar con Uccaep.

El ministro no es un economista

-Se le ve más músculo político que económico…

-El ministro de la Presidencia no es un economista es un gran coordinador del equipo de gobierno, un primer ministro, un capitán del equipo, y el presidente, el director técnico. No lo llamaron por economista sino por la capacidad de poner de acuerdo a la orquesta.

-¿El porvenir de la relación ejecutivo-legislativa?

-Lo veo bueno. En la Asamblea ha habido una gran permeabilidad a entender las dimensiones profundas de la crisis en lo inmediato. Entendimiento de que lo que viene es muy grave. La economía va a ser afectada como el resto de economías. La gran pregunta para los economistas, ¿cómo salir de la recesión que se avecina? Conciliar, conseguir apoyo de todos los partidos. Esa es la labor de un ministro.

-Su designación desata dudas por su férrea defensa de los fondos institucionales, por encabezar la lucha de los rectores contra la reforma fiscal, por las demandas contra este gobierno en cuanto a aplicación de la regla fiscal. ¿Ve alguna incoherencia?

-Ha salido una frase suya: “o las universidades terminan con los privilegios o los privilegios terminan con las universidades”. La voz disonante en el Consejo Nacional de Rectores fue Marcelo. Tuvo serios conflictos por ese tema. Luego vino la demanda. Supongo hubo presión de su cuerpo de profesores. Él la firmó, como la firmaron todos los otros rectores.

Él había sido la voz disidente en el Conare sobre ese tema. Insistió muchísimo en que las universidades debían reformarse y formó una universidad cuyo tema de fondo fue la formación de técnicos medios e ingenieros, una posición distinta de las otras universidades.

-¿Una incoherencia política del presidente Alvarado?

-No tengo claro por qué lo nombró. Probablemente pudo haber pensado que necesitaba ahí a una persona de espacios abiertos al diálogo con las universidades, si es que se vienen conflictos. Pareciera que ese es el perfil adecuado; por un lado era crítico de algunas de las orientaciones de las “u” públicas pero había estado adentro y sabe cómo se mueve el asunto.

Y es lógico que nombrara a alguien que conoce la Asamblea de origen liberacionista aunque no sea militante. La misma lógica de Rodolfo Piza, de Silvia Lara, de Dyala Figueres. No los nombraron los partidos. Ellos fueron individualmente.

-¿Se pone en riesgo el mensaje político de austeridad, la aplicación de la rigurosa normativa fiscal?

-El gobierno no está en política de austeridad. Suspendió la regla fiscal. En todo el mundo hay cierto regreso a gastar más para salir pronto de la crisis. La discusión sobre austeridad está planteada pero no es el tema principal sino gastar en desocupados, en salvar empresas, que podrían quebrar, en alimentos para quienes no tienen. El país entra en más deudas para gastar. Cuando venga la recesión habrá que plantearse cual es la política económica para salir de la recesión: unos plantean gastar más, otros socarse más la faja para no desatar una espiral inflacionaria…

-¿Cómo interpreta la reacción del comité político PLN que se distancia del nombramiento?

-Me pareció un poco innecesaria. La entiendo en el contexto que Liberación Nacional debe guardar su imagen de oposición después de  muchos acuerdos con el gobierno en estos meses y ya nos estamos acercando al año electoral. No aparecer excesivamente colaborador con el gobierno. Liberación nunca estuvo estuvo con la idea del gobierno de unidad nacional pero después apoyó la reforma fiscal y la ley contra huelgas. Hubo coincidencia práctica, coincidir sin unirse. “Unidad y lucha”, decían los comunistas. Coincidimos en esto pero seguimos con discrepancias y esas discrepancias las solucionamos aún oponiéndonos.

Usted vivió revueltas como las del combo del ICE, 2000, ¿qué ayuda a superar trances tan convulsos?

–Puede ayudar tener claro que de estos trances vos no salís con imposiciones. Las imposiciones te generan más desacuerdos. Salir de una situación de confrontación solo se evita con concertación. Sentarse y conversar a ver quién cede qué en cada oportunidad. Abierto para evitar situaciones dolorosas al país. Negociar con todos los sectores sociales en toda su diversidad: empresarios grandes, pequeños, sindicatos, sectores académicos y negociar una salida de la crisis. Algunos serán tan duros que no entrarán pero el país cuenta con una cultura política importante para llegar a acuerdos generales de concertación para enfrentar la crisis de una manera inteligente.

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Ni comunista ni de izquierda

A Constantino Urcuyo no le asustan los fantasmas de visiones de izquierda que rondan a Prieto.

“Nunca fue comunista ni marxista leninista. Nunca fue de izquierda en el sentido de esa palabra durante la Guerra Fría. Ni militó en ninguno de los partidos de izquierda en la época universitaria, menos después. En los setenta era un socialdemócrata de avanzada en la juventud liberacionista. Creyó en un estado fuerte mientras anduvo alrededor de Oduber. Es un socialestatista”, sentencia Urcuyo.

Y le concede el beneficio de la duda: “La gente se modifica en relación a sus circunstancias, a lo que tenga que enfrentar”.

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