La pandemia del odio…

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Edgar Fonseca, editor


Mientras el país libra una batalla crucial ante una pandemia planetaria, otra pandemia nos acecha a cada instante, la del odio contra la figura del Presidente del República.


No queda un rincón en las redes donde no haya penetrado.


En decenas de tuits.


En decenas de posts Facebook.


En los “análisis” de seudoanalistas.


En las “visiones” de seudobservadores.


En las estocadas de “medios” que han convertido en ruindad el ejercicio profesional.


No queda, en fin, una esquina de respiro, de moderación, de sensatez, de raciocinio.


Esa pandemia –a diferencia del covid-19, que no sabemos si nos persigue desde el aire que respiramos–, es abierta, de ataque, de cuestionamiento, de deslegitimación sistemática a la gestión presidencial.


Es visible.


Es evidente.


La palpamos.


Corre por todos nuestros sentidos.


Viene desde mucho antes.


Se ha agudizado en las últimas horas.


¿Qué le cobran al presidente?


¿La ley fiscal? Ineludible e insuficiente.


¿La ley de huelgas? Indispensable.


¿La tímida poda de las vergonzosas pensiones de lujo?


¿Qué le cobran?


Ciertamente el mandatario debe rendir cuentas.


Ciertamente, la administración sigue en deuda con medidas claras, contundentes, visionarias, que favorezcan una paulatina recuperación económica tras la catástrofe.


Pero de ahí a esa brutal campaña de odio, que en el fondo arremete contra la institucionalidad, hay un gran trecho que la opinión pública no debe cohonestar.


Contra esa otra pandemia el país también debe inmunizarse.

Punto final-Al ministro de Agricultura, infectado por el “covid antiaperturista” del país, le cogió tarde para inmunizarse…