Era un matrimonio joven, intrépido, aventurero. Ella era fisioterapeuta; él trabaja como guía turístico. Lo que era un viaje de placer acabó siendo una pesadilla. La historia del drama del asesinato de la turista Arantxa Gutiérrez .
Edgar Fonseca, editor/Fotos El Español, Madrid
María Aránzazu Gutiérrez López, Arantxa para los suyos, amaba la naturaleza. No lo podía evitar: le brotaba, como la sonrisa que se había vuelto su compañera habitual. Era un binomio, una suma con resultado invariable: si se encontraba en un paraje salvaje, lleno de vida, disfrutando del medio ambiente, era feliz. Y se reflejaba en su rostro.
Había sido uno de los nexos en común con Miguel Ángel, su marido. Era un matrimonio joven, intrépido, aventurero, disfrutón. Se iban de ruta por parques naturales, hacían escaladas. Navegaban por ríos. Quizás por eso no dudaron en ir de vacaciones este verano a Costa Rica. Un paraíso natural. Verde, verde y más verde. Optaron por Tortuguero: una playa espectacular, selvática, del Caribe costarricense. Su hotel, además, estaba situado en un paraje al que sólo se podía acceder a través del mar o por canales de agua dulce. Pero lo que iba a ser un viaje para el recuerdo se convirtió, de un instante a otro, en un “infierno”.
Así destaca un relato del sitio El Español de Madrid la pesadilla vivida por esta pareja el cuatro de agosto de 2018, a poco de haber arribado a Tortuguero, en un viaje de placer junto a unos amigos, que culminó en tragedia con la muerte de Arantxa de 31 años mientras trotaba temprano en la mañana `por un sendero cercano al hotel donde se hospedaban.
Contra el sospechoso del hecho, un nicaragüense de apellido Díaz, arrestado a pocas horas del suceso en el sitio, la Fiscalía Adjunta de Pococí pidió este lunes 51 años de cárcel por homicidio y tentativa de violación.
Cuando todo se vino abajo…
Son palabras del propio Miguel Ángel. Arantxa y él apenas llevaban unas horas en el país latinoamericano —habían salido el día 1 de agosto junto con ocho amigos, también españoles, para disfrutar de un viaje de diez días— cuando, en la mañana del sábado, todo se vino abajo.
Su marido encontró el cadáver
Era temprano, por la mañana. Ese día, el grupo tenía previsto una excursión por el Parque Nacional de Tortuguero. Cuando llegó la hora de salir, Arantxa no se presentó. Se retrasaba, pero quizás se le hubiera hecho tarde después de haber salido a correr por el recinto del hotel. Sin embargo, nunca acudió. Comenzaron a buscarla como locos. Y fue su propio marido quien encontró horas más tarde su cadáver: la habían asfixiado tras un posible ataque sexual. Estaba con la ropa quitada.
Arantxa, según cuenta su marido a EL ESPAÑOL, era su ángel. Se deshace en elogios hacia ella. Vivían juntos en San Fernando de Henares (Madrid), pero no era su primer destino. Ella antes había residido en Meco y en su Alicante natal, según consta en el padrón. Él, por su parte, lo había hecho en Coslada.
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