Edgar Fonseca, editor/Foto Twitter Nayib Bukele
El presidente Nayib Bukele de El Salvador, arrecia su embestida contra los medios críticos que investigan alegados actos de corrupción de funcionarios de su gobierno durante la atención de la pandemia, denuncia el sitio El Faro de San Salvador.
Desde su llegada al poder –agrega dicho medio– Bukele ha fabricado una realidad alternativa según la cual él es el único defensor del pueblo frente lo que llama “los mismos de siempre”, una categoría en la que incluye a cualquiera que exprese una crítica o no se pliegue a sus deseos. A los diputados ha llegado a acusarlos de pretender un genocidio -sí, genocidio- por no aprobar sus decretos.
El periodismo su enemigo
En los últimos meses –agrega El Faro– ante los constantes reportes de corrupción, de ignorancia de los principios de la democracia y de transgresión a la institucionalidad del Estado, el presidente y su grupo de poder han comenzado a usar todos los recursos a su alcance para imponer su narrativa. Y como parte de su estrategia, en un atropello más a los pilares democráticos, Bukele ha declarado su enemigo al periodismo.
Los ataques a medios y periodistas van en aumento, al tiempo que se multiplican en el país las plataformas de desinformación en las que se invierten enormes sumas de dinero para diseminar la propaganda oficial en redes sociales e internet, sin que nadie se haga responsable de su contenido ni exista huella de los fondos con que son financiadas, revela dicho sitio.
Es –añade– la eclosión de un proceso que arrancó antes incluso del 1 de junio de 2019 en forma de expresiones de desprecio hacia el periodismo y los medios en general, pero que tuvo como primer acto formal la censura impuesta por Casa Presidencial a periodistas de El Faro y Revista Factum en septiembre de 2019, cuando su secretario de Prensa les prohibió el ingreso a las conferencias de prensa de Bukele.
Siguió una reacción en cadena: El Diario de Hoy llevó el asunto a su portada y su director denunció los incidentes ante la Sociedad Interamericana de Prensa. En respuesta, Bukele retiró toda la publicidad gubernamental y suspendió contratos de imprenta con ese periódico. Ya entonces fue claro que el presidente estaba dispuesto a utilizar toda la institucionalidad del gobierno contra las voces disidentes, sostiene El Faro.
Desde entonces, el bloqueo informativo a ciertos medios, incluido El Faro, ha sido una norma.
Funcionarios de este gobierno –según El Faro– niegan entrevistas o información básica a cualquier periódico o canal de televisión que, como debe hacer siempre el periodismo, cuestione la versión oficial, mientras los principales ministros desfilan cada mañana por los cómodos sets de los tres canales en los que se concentra la mayoría de pauta publicitaria del Ejecutivo.