Las órdenes sanitarias se acatan. Punto.

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Edgar Fonseca, editor/Unsplash pictures con fines ilustrativos

Esta brutal pandemia ha desnudado, también, la reacción irresponsable e insensata de muchos.

Los líderes chinos pagarán, algún día, el ocultamiento deliberado que hicieron de la magnitud de la amenaza que se abalanzaba sobre el resto de la humanidad desde Wuhan en diciembre 2019.

Tardaron.

Callaron.

Silenciaron a sangre y fuego a las voces disidentes internas, como es usual en ese sistema totalitario, y dejaron que la peste se esparciera incontenible en la mayor amenaza sanitaria de tiempos recientes.

Trump paga caro, hundido en las encuestas, el zigzagueo de su reacción… desde menospreciar la epidemia hasta recomendar desinfectantes para curarse; desde desatender las graves advertencias de su máximo consejero el Dr. Fauci, quien vaticinó las casi 200 mil muertes a las que se aproxima EE.UU., hasta forzar, polarizante, una reapertura productiva resistida por distintos estados y gobernadores.

Bolsonaro sufre en carne propia, y en la de su mujer, los estragos de este virus implacable.

López Obrador, que menospreció como “gripecilla” la llegada de la pandemia a México, se esconde cuando las cifras encumbran a ese país como uno de los cinco peores escenarios mundiales.

Y al otro lado de Peñas Blancas, Ortega y su mujer bailan, escondidos en su búnker de El Carmen, sobre la tragedia de aquel sufrido pueblo.

De ese búnker saldrán a sangre y fuego, algún día…

Aquí no hemos estado al margen de las más sorprendentes reacciones y actitudes conforme avanza el golpe de la pandemia con sus miles de contagios, con sus decenas de muertes y con escenarios inmediatos cargados de incertidumbre.

“No hay pandemia”, mandaron a gritar a unos “pobres diablos” a las calles, quienes se cubren en el anonimato de la manipulación y de la mala intención.

Seguro sintieron algo de pudor al ver la ola expansiva reciente de contagios y de muertes.

Al ver nuestros principales hospitales casi colapsados.

Al ver esas unidades de cuidados intensivos al tope.

Pero, lo que jamás esperábamos era ver unos cuantos dedicados a propagar, como “nuevos curanderos” en la era Google”, en media pandemia, los supuestos beneficios de compuestos altamente riesgosos y desautorizados.

Confrontados con las correspondientes órdenes sanitarias, acatadas por todo el país de manera ejemplarizante; acatadas por empresas y por instituciones a pesar del duro confinamiento y del devastador golpe al sector productivo; acatadas casi de forma estoica por los ciudadanos en su aislamiento, hay quienes reaccionan desafiantes.

Y apuntan a convertirse en víctimas de seudoviolaciones constitucionales.

La opinión pública no traga ese cuento.

Estamos bajo la mayor amenaza sanitaria de nuestra historia.

Las ordenes sanitarias se acatan.

Punto.

Lo otro es contribuir a una burla grotesca en medio de este insólito capítulo para la salud del país.

2 COMENTARIOS

  1. Siempre he admirado su pluma seria y honesta, no obstante, como profesional en Derecho, es mi obligación diferir y disentir de su corolario; pues no es comparando las conductas erradas, como se debe justificar la obediencia. NO es cierto que las Órdenes Sanitarias deben obedecerse y punto; eso significa derogar el Estado de Derecho en sumisión absoluta a una actuación administrativa, la cual no está exenta de error humano o científico; todo acto administrativo tiene (por lo menos mientras no se derogue la Constitución Política) recurso ante la misma entidad que lo decreta y en estrados judiciales; predicar lo contrario, don Edgar, con todo respeto es ir en contra de nuestros más sagrados principios como país democrático; sí usted desea manifestar su aprobación a la Orden Sanitaria que le giraron a una persona determinada, el acto más honesto que puede hacer en el ejercicio de su profesión, es mencionar el caso específico y defender la fundamentación de esa Orden; pero jamás llamar a la auto subyugación de nuestros derechos constitucionales de recurrir y oponernos a posibles actos arbitrarios del Estado, usted es un gran periodista y por ende tiene una obligación para con la ciudadanía, como formador de opinión; siempre debemos ser cómo ciudadanos respetuosos, pero NO necesariamente obedientes; pues son dos cosas diferentes. Saludos!

  2. Soy contador pensionado, nunca he sido servidor público, toda mi vida trabajé en el sector privado. Sentía que Costa Rica tenía una muy, muy frágil economía, siempre me dije, que Dios quisiera un terremoto o un huracán nos diera con todo el alma porque la pasaríamos muy mal. No fue ni terremoto ni huracán, fue algo que ni imaginamos, LA PANDEMIA DEL COVID, como decimos los ticos NOS AGARRÓ CON LOS PANTALONES ABAJO, como pensionado recibo la pensión mes a mes mas otros pocos trabajos que hago, PERO SIEMPRE PIENSO en los que han despedido, en los que tienen un negocito, una soda, una tiendita, una peluquería y no pueda trabajar, mientras todos los gastos corren, alquileres, electricidad, agua, etc, etc.
    NO ES NADA FÁCIL EL ASUNTO para estas personas. Claro lo ideal sería una estricta cuarentena pero muchos no pueden, se mueren de hambre, es una situación difícil, UNA ECONOMÍA QUE TARDARÁ AÑOS EN RECUPERARSE, porque recordemos que todos los países están en parecida situación aunque hayan sido potencias mundiales, EN ESTOS MOMENTOS POR MÁS QUE TRATEMOS DE REACTIVAR LA ECONOMÍA ¿ QUE PAÍSES NOS COMPRARÍAN LOS PRODUCTOS A GRAN ESCALA ?, muchos compran lo mínimo lo necesario, FLORES, POSTRES, JOYERÍA por solo mencionar algunos productos no son PRIORIDAD EN ESTA CRISIS. Si uno se pone a pensar estamos PASANDO UNA PRUEBA MUY, MUY DURA.

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