Edgar Fonseca, editor
Al PAC la cuestión ética, sobre la que cabalgó y dinamitó honras en este país, se le vino encima como el nuevo coronavirus.
Que lo diga el presidente que corre para ponerse a salvo de la denuncia por presunto enriquecimiento ilícito tras un inofensivo fin de semana de vacaciones con su burbuja familiar.
El PAC guarda silencio.
Aquel partido cuyos fundadores, convertidos en cruzadistas éticos, redujeron a este país a las cenizas de ellos, los buenos, los otros, los malos; ellos, los puros, aquellos los corruptos, calla desgarrado por el arpón del desgaste en el ejercicio del poder.
Porque al cuestionado paseo de la familia presidencial, cuya legalidad dirimirán los estrados judiciales, aquel partido fundamentalista suma, tras dos periodos de gestión, eslabón tras eslabón que hacen palidecer algunos de los vaivenes de administraciones precedentes.
El “cementazo”, aún en la penumbra investigativa, se propagó como una peste desde los pasillos presidenciales de la primera administración PAC hasta las cumbres judiciales.
Ya es un capítulo oscuro de esa larguísima cadena de escándalos, en donde aquel partido del fanatismo ético es protagonista clave.
El PAC no está solo.
De esa pandemia no se salva ninguno otro.
De la anterior campaña, el país aún espera que los salmistas, que saltan en estas horas a dentelladas, aclaren las misteriosas estructuras paralelas de financiamiento denunciadas desde sus propias entrañas.
Aún está pendiente la rendición de cuentas de todos ellos a la opinión pública tras las graves denuncias hechas trascender y puestas en conocimiento de la Fiscalía y del Tribunal Supremo de Elecciones, sin que se conozca a la fecha el resultado de las investigaciones.
Pero quizá el mayor costo de esta pandemia ética lo pagaron, en tiempos recientes, PUSC y PLN.
Amos y señores de la conducción y de la decisión política por casi 60 años, finalmente cayeron ante la arremetida cruzadista PAC.
El PUSC aún sufre los estragos de los mayúsculos escándalos de su cúpula en 2004.
Y el PLN tiene techo de vidrio.
De Vesco a hoy no hay otro partido más golpeado por los desmanes éticos de figuras clave a lo largo de sus distintas administraciones.
Desde aproximaciones de capos narco hasta cuestionadas dádivas e infinidad de escándalos con malversación de fondos públicos, en Liberación, en particular sus dirigentes de hoy, deben ser conscientes de su vulnerabilidad.