Una gestión diplomática errática y riesgosa…

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Edgar Fonseca, editor

A los escándalos iniciales aún no superados por cuestionados nombramientos, al carrusel de titulares que en menos de dos años asumieron sus riendas, la gestión diplomática de la administración Alvarado, suma en tiempos recientes un imprudente zigzagueo en sus nexos con el mayor socio histórico y comercial del país.

Si la primera administración PAC contaminó su gestión diplomática con sus profundos nexos con el eje bolivariano, con La Habana y con ese cadáver insepulto que llaman Celac, la presente peca de ambigüedad en las señales que manda en el concierto internacional y, sobre todo, regional.

El intenso reciente coqueteo con Pekín, la inoportuna invitación al dictador Xinping a que venga a inaugurar una obra vial en veremos, la aceptación de una visita oficial a aquella nación, se presentan en uno de los contextos más convulsos de las relaciones entre las dos superpotencias.

El presidente alega que las relaciones con ambos gigantes se manejan en un marco de fraternidad y respeto… al margen de esos vaivenes.

Pero parece que él y su círculo cero en diplomacia ignoran ese valor del sentido común y de la oportunidad al estrechar, coyunturalmente, los nexos con el régimen asiático que anda de cacería mundial para desbancar a EE.UU. como la primera potencia económico-comercial.

Parece que ignoran las repetidas advertencias de Pompeo, la mano derecha de Trump en el concierto internacional, que no solo vino a San José a elogiar la lucha estratégica regional antidrogas sino, a insistir que no hay que creer en “cuentos chinos”.

Advertencias que volvió a ratificar hace mes y medio cuando llamó al canciller tico, probablemente para “marcarle la cancha” para la elección del BID, y, de paso, le volvió a reclamar por el affair chino.

Con $4.625 millones en exportaciones (41%) y $6.476 millones en importaciones (39.1%) en 2018, EE.UU. se mantiene como el mayor socio comercial del país.

Con China, a setiembre del año anterior, esa relación había alcanzado un intercambio por $1.870 millones, $1.240 en importaciones y $630 millones en exportaciones desde suelo tico.

¿Qué le conviene al país en esta catástrofe pospandemia?

¿Fortalecer nexos con el gigante asiático frente al cual EE.UU. sostiene una batalla comercial implacable?

¿U observar una debida y prudencial distancia mientras se “aclaran los nublados”, a la espera de aprovechar, al menos, el near shoring, que se anuncia, de decenas y centenares de empresas norteamericanas que apuntan a salir de China tras esta crisis?

Los extremos globales y multilaterales de las relaciones diplomáticas de hoy son ineludibles.

Arias dio un paso decisivo, visionario, en la región al abrir nuestras fronteras a Pekín.

Pero también se necesita de una lectura sensata de las señales de los tiempos, no vaya a ser que por rescoldos ideológicos, el país no solo ponga en riesgo su sólida relación con su mayor socio histórico-comercial sino que, sería peor, espante las oportunidades de reactivación que la eventual inversión desde esa nación pueda generar.

Se requiere, pareciera, de mucha perspicacia, al hacer la escogencia de lealtades.

Punto final-La elección del candidato de Trump a presidente del BID desnudó la mayor incoherencia diplomática del país en tiempos recientes. No solo fue fulminada la candidatura de la expresidenta Chinchilla sino que se terminó votando por el aspirante cuestionado. Por ese camino no se queda bien ni con Dios ni con…