PuroPeriodismo/Pandemia/Foto Nius, Madrid
Rosalía tiene 42 años. Pero se siente como si le hubiesen caído otros 40 encima. Hay días que no tiene fuerzas para levantarse de la cama. Le cuesta poner una lavadora y coger el peso de una plancha es un imposible. Cualquier tarea cotidiana es, para ella, un mundo. Todas estas limitaciones son consecuencia del coronavirus. Hace siete meses que se contagió. Tiene covid persistente, destaca el sitio Nius de Madrid.
Desde hace 230 días no sabe lo que es pasar ni un solo momento sin notar síntomas. “Hay días mejores y días peores, pero no hay ningún día bueno”, narró a dicho sitio la paciente Rosalía Bermejo.
Un auténtico infierno
Desde que el virus entró en su cuerpo allá por el mes de marzo está viviendo un auténtico infierno. Sufre insomnio, náuseas, diarreas, mareos y se le cae el pelo. A veces, de repente, le sube la fiebre. Y lo que nunca desaparece es un dolor agudo en el pecho, fuertes dolores musculares y una dificultad para respirar que le genera fatiga. “Mi vida ha cambiado 100%. Ahora mismo es impensable poder volver a trabajar. No puedo llevar una vida normal. Si hago cualquier esfuerzo me paso dos días sin levantarme de la cama”, comentó, agrega el medio madrileño.
Hace un mes, Rosalía ingresó en el Hospital de Ourense. Le hicieron múltiples pruebas. Querían estudiar todas las secuelas que arrastra desde que enfermó por el coronavirus. “Mi internista está tratando de buscar soluciones. Hemos probado diferentes tratamientos. Pero nada. Tomo 16 pastillas diarias y no noto mejoría”, sostiene, según Nius.
Antes de que el coronavirus se cruzase con ella, Rosalía llevaba una vida completamente normal. No tenía ningún tipo de patología. Trabajaba como vendedora en una distribuidora de vinos, practicaba deporte a diario y se ocupaba de las tareas de la casa y también de su hijo, de doce años. “Siempre fui una persona muy activa, muy positiva, de no parar de hacer cosas desde que me levantaba hasta que me acostaba. Y, ahora, me paso el día en casa”, comenta. “Mi mayor temor es que esto no se me pase nunca”, añade.