PuroPeriodismo/Foto Roberto Cisneros, diario La Prensa, Ciudad Panamá
El hatiano Jean Luis Gesnord y el cubano Emanuel Novoa tienen en común ser originarios de islas del Caribe y ahora comparten la experiencia de haber atravesado la selva del Darién buscando un mejor futuro.
Novoa y Gesnord ahora forman parte del grupo de 790 migrantes, algunos provenientes de países africanos como Sudán o Nigeria, que en los últimos días han llegado a Bajo Chiquito. La mayoría está deshidratada, hambrienta o con alguna lesión física, relata un informe del diario La Prensa de Ciudad Panamá.
- Decenas de esos migrantes intentan llegar a Costa Rica.
- Informes oficiales de Panamá señalan que cerca de 50 mil personas atravesaron la frontera del Darién desde 2017.
- En 2020, esta migración irregular no se detuvo pese a la pandemia.
- El año pasado se reportó el paso de más de 6.400 personas, detalla dicho diario.
Abandonan y pierden todo
Gesnord, un estudiante de ingeniería mecánica de 21 años de edad, abandonó todo lo que tenía y decidió tomar una avión para llegar a Bogotá, Colombia. De allí siguió su camino hasta la frontera con Panamá para internarse al famoso tapón del Darién, esa calurosa selva de 575 mil hectáreas llena de acantilados y ríos caudalosos. Además de los peligros de los animales propios de la selva, como serpientes venenosas, lagartos y jaguares, por esos parajes deambulan bandas de forajidos.
Sin hablar muy bien el español, Gesnord relató que pidió a unos “coyotes” (como se denomina a los personajes que trasladan indocumentados por la selva) que lo trajeran a Panamá. Un día, en mitad de la selva, se aparecieron unos hombres armados con machetes y pistolas, y le obligaron a él y al resto de caminantes a entregar dinero, celulares y cualquier objeto de valor.
“Lo perdimos todo y ahora no tengo dinero para comprar alimentos, ropa y no le puedo decir a mi madre que estoy acá”, aseguró.
Salió de Haití hace dos meses con la intención de cruzar toda Centroamérica, Estados Unidos y llegar a Canadá, donde tiene algunos familiares. Piensa trabajar, seguir estudiando y poder sacar a su madre de Haití. Pero antes tiene un largo camino que recorrer por países con altos niveles de violencia urbana y fronteras cerradas.
Víctimas de robos, asaltos
La travesía y el sueño de Emanuel Novoa no es tan diferente. Salió de Cuba hace cuatro meses, pero estuvo varado un tiempo en Uruguay. Desde allí, junto a otros compañeros, logró llegar a Colombia, con la intención de seguir su rumbo a Estados Unidos.
Novoa dijo ser parte de un grupo de aproximadamente 80 cubanos que llegaron a Colombia, pero todos fueron víctimas de robos y asaltos, y de trato displicente por parte de las autoridades de ese país, cita La Prensa.