Nicaragua: dictadura vacuna contra covid-19, ficha e intimida a opositores

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Carlos Fernando Chamorro, director Confidencial, Managua

Un funcionario del Minsa proclama ante los adultos mayores: “Gracias a la voluntad política de este Gobierno les aplicaremos la vacuna Covishield”.

El viernes 16 de abril, mi esposa Desirée y yo, ambos mayores de sesenta años, acudimos al centro de salud Francisco Buitrago del Ministerio de Salud para obtener la primera dosis de la vacuna Covishield contra la covid-19, donada a Nicaragua por el Gobierno de la India.

Fue el segundo intento, pues el día anterior llegamos a las tres de la tarde, una hora antes de que cerraran el servicio, pero ya estaba agotada la cuota de vacunas y la misma situación encontramos en el Hospital Alemán y en el Bertha Calderón, donde nos dirigimos después. “Es que hoy vino más gente que en los primeros días”, me explicó un trabajador de la Salud.

Cuando regresamos el viernes, antes de las diez de la mañana, el centro Francisco Buitrago ya está repleto de adultos mayores. En el área de recepción, techada con un toldo, hay unas 20 filas de ocho sillas de plástico cada una, separadas solamente por algunas pulgadas de distancia. Casi todos los cupos están llenos y nos ubican en la penúltima fila, para iniciar el avance en la cola de este ciempiés humano que se mueve con lentitud.

Todo mundo porta su mascarilla, algunas personas han llevado su propio alcohol gel, y el personal del Minsa se esmera con amabilidad en mantener el orden y facilitar el avance. Pero en esta aglomeración es imposible guardar las normas básicas de distanciamiento físico que recomienda la OMS para prevenir la covid-19.

Una hora después, llegamos a la primera fila donde en una mesa nos esperan cinco funcionarios del Minsa para tomar nuestros datos y corroborar la edad y el domicilio con la cédula de identidad. Me piden que me ponga de pie, y detrás de los funcionarios del Minsa aparece un fotógrafo profesional que ha estado rondando la escena, me enfoca, y empieza a disparar sus fotografías. Desde las filas de atrás se escucha un abucheo contra el fotógrafo y alguna gente grita: “por qué están tomando fotos, dejen de tomar fotos”.

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