PuroPeriodismo/Especial Confidencial, Managua
Norma Rosa Saravia había planeado el viaje desde febrero.
Iría a vivir a Costa Rica por segunda vez. Antes había permanecido allí durante nueve años, trabajando como empleada doméstica, hasta que regresó a Nicaragua para realizarse una cirugía.
Cuando Marbelly Saravia dejó a su hermana Norma frente a los naranjales sintió “una cosa fea”.
Faltaban 20 minutos para las seis de la mañana del martes 30 de marzo, llovía y el lugar estaba desierto.
Era un “punto ciego” de la frontera entre Nicaragua y Costa Rica, en la zona del puesto fronterizo San Pancho, Las Tablillas, entre San Carlos, Río San Juan de Nicaragua; y Los Chiles, Alajuela de Costa Rica.
Entonces Marbelly se despidió. “‘Hermana, ya me voy’, le dije. Nos dimos un abrazo y yo sentí una cosa fea, pero hasta ahí. Le dije: ‘En cuanto llegues allá, me llamás’”.
Fue la última vez que vio a su hermana con vida.
Norma había salido dos días antes de su casa en Boaco a Managua, de allí partió a San Carlos en Río San Juan.
Marbelly caminó y volteó a ver para atrás llorando por la despedida. Vio a Norma, que se había quitado sus lentes y también estaba llorando.
Catorce días más tarde, los familiares de Norma, la migrante nicaragüense desaparecida, confirmaron que hallaron su cuerpo en la zona fronteriza entre Nicaragua y Costa Rica.
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