German Retana, PhD, consultor en desarrollo gerencial/Foto Twitter Copa América
“Cambia todo cambia,” cantó Mercedes Sosa. A raíz de la campeonización de Argentina en la Copa América 2021 luego de 28 años sin ganar títulos. Comparto columna escrita en junio 2016. Leerla de nuevo permite reflexionar sobre situaciones personales y de empresa que se asemejan… ¿las ha experimentado?
Felicitaciones amigos argentinos.
¿Por qué renunció Messi? Para muchos, el mejor jugador del planeta; para la FIFA la mejor selección del mundo (Junio 2016). ¿Cómo es posible que el primero renuncie a la segunda? ¿Qué tiene que ver eso con usted?
Cuidado, puede ser más de lo que imagina… Desde niño, Lionel Messi ha insistido que para él jugar fútbol es lo máximo, es lo que le despierta pasión, además de su familia. Su talento es casi “extraterrestre”, verle hacer lo que sabe es un deleite por lo impredecible, la confianza que emana en sí mismo y la entrega constante por el bien del equipo. Es líder, innovador, y resiste las continuas agresiones en la cancha con tal de seguir jugando; ¿Entonces? Las razones reales de su renuncia a la Selección Argentina jamás las sabremos.
¿Será que la presión recibida llegó al límite?
¿Podría ser que no acepta ser el redentor de toda una organización?
¿Sufrirá una sobredosis de frustración por perder reiteradamente torneos claves pese a su máximo esfuerzo?
Ahora, ¿en ocasiones no le sucede a usted exactamente lo mismo en su empresa?
Toda persona posee un límite de tolerancia. Si Messi ya no disfruta estar en la Selección es porque el sentido para estar en ella se derrumbó. En similar modo, las presiones en una organización pueden ir en escalada hasta sofocar la paciencia, el disfrute y el deseo de permanecer en ella. El agobio, la pereza y la indiferencia son señales de que posiblemente ya no se goza a plenitud en una empresa.
Los divorcios emocionales pueden ser disimulados o escondidos temporalmente; no obstante, solo es cuestión de tiempo para que la decepción salga a flote y las personas se atrevan a darle un rumbo diferente a sus vidas, para reactivar la pasión que las acciones de terceros y las íntimas frustraciones han minado.
Más que renunciar al equipo, Messi parece estar diciendo: “Renuncio a la creencia de ustedes de que soy un Dios que todo lo puede, lo lamento, pero soy un mortal que falla como todos; solo quiero disfrutar, ayúdenme y no esperen más que mi máximo esfuerzo.”
La costumbre de buscar chivos expiatorios se hace presente una vez más al margen de las lágrimas de alguien que simplemente erró en un momento clave. Padres de familia, jefes de organizaciones y gerentes de empresas también podrían estar poniendo presiones excesivas, tomando decisiones que desinflan ánimos y abusando de su poder para extirpar la alegría, el placer de trabajar y la locura de ganar contra todos los pronósticos. ¿Hay algo de esto en su entorno laboral? ¿Qué hará al respecto en caso positivo? 27 junio, 2016