Edgar Fonseca, editor
Un llamado de atención al país para no ceder a la tentación autoritaria ni a los cantos de sirena populistas, lanzó el presidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), magistrado Luis Antonio Sobrado González, a seis meses de los próximos comicios presidenciales y legislativos.
Al tiempo que admitió que habrá elecciones en un ambiente crispado por los estragos de la pandemia y las recientes denuncias de supuestos actos de corrupción, Sobrado se mostró confiado que, al momento de la decisión electoral, impere el talante democrático del costarricense “de su capacidad de hacer una escogencia inteligente en la próxima elección”.
Así lo expuso en una reciente entrevista con este editor en que abordó entre otros temas:
- Denuncias de corrupción gravitarán. Sobrado aceptó que los recientes escándalos de alegados actos de corrupción con contrataciones de obra pública gravitarán en la definición electoral del domingo 6 de febrero. “Hechos de corrupción generan tristeza, generan preocupación y provocan enojo y pareciera que este será un tema que será debatido durante el periodo de campaña electoral, pero veamos que justamente la campaña, la elección, el recambio gubernamental, es una gran oportunidad, para elegir a las personas que tengan propuestas mucho más inteligentes, más potentes de combate contra la corrupción”.
- Amenaza de penetración de crimen organizado. “La penetración del narcotráfico y el crimen organizado en estructuras partidarias es un riesgo que hay que tenerle mucha atención, en particular, porque lo cierto es que ello condicionaría de alguna manera la agenda futura de los postulantes que existen en el menú electoral”.
- Sorpresa sería si no hubiese segunda vuelta. “Ahora las segundas vueltas son la regla y el que gane en primera ronda es la excepción, precisamente porque los votos no se dividen primordialmente entre dos agrupaciones dominantes, sino de una manera más profunda. Ese es un cambio, tenemos elecciones que en principio hay que asumir que se resolverán en segunda ronda”.
El costarricense no premia en las urnas la estridencia política
-Conversamos sobre las expectativas de los próximos comicios. ¿Por qué esa convicción suya de que, a pesar de los entornos turbulentos, el país puede continuar por una senda de estabilidad desde el punto de vista electoral en sus decisiones institucionales republicanas?
-Afrontamos un proceso electoral en momentos difíciles para el país. La pandemia ha marcado un antes y un después en la historia nacional. Ha generado también la ruina de emprendimientos ciudadanos. Ha supuesto desempleo para una gran cantidad de personas. Ha generado una gran incertidumbre a nivel nacional y a ello se han sumado las recientes denuncias de corrupción y esto genera enojo, molestia y desde luego que este no es un buen clima para celebrar una elección donde en este tipo de circunstancias la tentación autoritaria y los cantos de sirena de los populistas pueden ser especialmente recibidos por algún sector de la población. Sin embargo, nuestro país es definitivamente un caso excepcional en América Latina. Somos la democracia más longeva en toda la región y desde el año 48 no se derrama sangre por política. Eso muestra un costarricense con una profunda convicción democrática. Un costarricense que es capaz de discernir lo que le conviene al país y un costarricense además que rechaza la violencia como forma de solución de controversias. Un costarricense que no premia en las urnas la estridencia política. Un costarricense, finalmente, que no hace oídos a campañas de desinformación relativas al árbitro de las elecciones que se ha intentado en otros momentos, es decir un costarricense que tiene, independientemente de su preparación académica, que hay diferentes niveles en todo el país, una gran intuición de escoger y escoger en libertad y hacerlo de acuerdo a sus preferencias ideológicas o a sus simpatías con candidatos etcétera, pero una gran intuición de rehuir los precipicios en donde han sucumbido otros países de América Latina. Así que estamos convencidos de ese talante democrático del costarricense, de su capacidad de hacer una escogencia inteligente en la próxima elección. Porque la próxima elección es un momento de esperanza, porque lo cierto es que en momentos difíciles con un futuro incierto tenemos la oportunidad de darle el gobierno a los mejores hombres y mujeres que se postulen pronto a la Presidencia de la República, pero también a la Asamblea Legislativa y eso nos da la certeza de que podemos aspirar a un mañana mejor.
Las elecciones son la llave de un futuro mejor. Hay que saber utilizarla con sabiduría y eso le toca al ciudadano. El gran reto del ciudadano es hacer una elección con sabiduría y que, independientemente del matiz ideológico y de la diferencia política, podamos seleccionar un buen equipo gubernamental que nos dé esa expectativa de mejorar las condiciones del país, gravemente golpeadas por la pandemia a lo largo de ya casi año y medio.
“Hay desazón, hay incertidumbre, hay enojo…“
-¿Cuáles son los principales desafíos que tiene el país en este proceso que rematará el primer domingo de febrero?
-En primer lugar entender que los sentimientos, las emociones no son buenas y malas. Hay diferentes reacciones emocionales ante las dificultades que uno atraviesa en la vida, de lo que es bueno o malo es cómo manejamos esas emociones, cómo manejamos nuestros sentimientos. Hay desazón, hay incertidumbre, hay enojo, pero eso sentimientos los podemos canalizar de manera proactiva y de manera constructiva, y ¿cuál es la manera constructiva y positiva de manejar esas emociones? Saber que hay que hacer una muy buena escogencia de los próximos gobernantes. ¿Cuál es nuestro desafío? Facilitarle la información a la ciudadanía. No solo información del proceso electoral y de aquellas características diferenciadoras de otros, en virtud de la pandemia y de la necesidad de hacer ciertos ajustes de logística electoral, sino también de quienes son los candidatos, y qué están proponiendo. Por eso, vamos a mantener y reforzar nuestro programa de “Votante Informado” para que puedan, a través de nuestra web, ver la hoja de vida de los candidatos, sus propuestas de gobierno, para que tengamos también un debate patrocinado por el Tribunal donde van a intervenir todos los candidatos, así sean 18 o menos o más, y también facilitarles herramientas para la alfabetización digital. Uno de los riesgos fundamentales es que esas emociones se manipulen, y especialmente en las redes sociales. Han sido en el pasado y lo hemos visto en diferentes experiencias a lo largo del mundo, un factor para distorsionar esa reflexión seria sobre quién es el mejor, por eso es que vamos a realizar también un esfuerzo mucho más intenso para que el ciudadano adquiera destrezas de cómo protegerse de las noticias falsas, que el ciudadano por sí mismo pueda evitar que lo manipulen a través de las redes sociales y otros mecanismos de comunicación. Esto, desde luego, sin perjuicio del excelente trabajo que hacen a nivel de la prensa, a través de las diferentes plataformas de chequeo de la verdad, como el “doble check” o el “no coma cuento” verdaderamente valiosos para una ciudadanía que los utiliza para discernir cuando una información es manipuladora, es falsa y pretende cambiar su comportamiento político electoral sobre la base de mentiras. Ese es el principal desafío de todo eso: darle herramientas de información a la gente y de manejo de esa información, para que en medio de esas emociones, podamos hacer un uso proactivo, constructivo de las mismas, y nos sirva, para, primero, participar en el proceso electoral, para que sea un acicate para intervenir en las elecciones como votantes, pero también para poder alimentarlo de gran información, de información certera, que contribuya a esa escogencia inteligente.
No sucumbir a los precipicios autoritarios ni populistas
-¿Por qué tan enfático que el costarricense deba ir a votar informado?
-Hago mención de esos riesgos que existen en democracia tanto de discurso populista como de las propuestas autoritarias, porque en nuestro entorno más cercano, hemos visto que otros países han sucumbido a esos precipicios, como les llamo. En todo caso hay que entender que los problemas no son de fácil solución, ni la vida en general, ni el mundo político es blanco y negro. Las soluciones son complejas, no debemos de creer que se solucionan con una receta fácil de implementar. El simplismo no es un buen mensaje, en este momento, como tampoco las estrategias de polarización, que pueden utilizarse como herramienta electoral. No me cansaré de insistir que hay que reconocer ese talante de preocupación, de enojo, de incertidumbre, de miedo por el futuro, pero reconocerlo para manejarlo de manera inteligente, como un acicate para participar, pero participar también haciendo una elección inteligente, y una elección inteligente solo puede provenir de información confiable.
“Depende de nosotros escoger lo mejor del menú electoral“
–El desencanto partidista ronda el 87%. ¿Cuál ve, en este entorno, el mayor desafío, amenaza, riesgo, para el sistema institucional?
-No podemos negar que ha habido un proceso de erosión profunda de las lealtades partidarias, como también una crisis de credibilidad de los partidos políticos. Esto marca una diferencia sustancial de lo que se vive hoy a lo que pasaba en los años 70, en los años 80. El elector hoy en día no solo tiene esa sospecha de las agrupaciones políticas, sino que también es mucho más crítico en su decisión, ya no nos guiamos por colores de banderas, ya no nos guiamos por eslóganes pegajosos o por una tradición familiar. Creo que eso tiene aspectos positivos y aspectos negativos. Aspectos positivos porque estamos frente a un elector mucho más maduro, que entiende que lo que tenemos enfrente no es una fiesta, las elecciones, sino que es una cita muy seria con nuestro futuro y con nuestro destino. La descomposición del sistema de partidos lleva a un fenómeno de menos personalización de la política, y esa menor personalización le da mucho mayor espacio a esas voces autoritarias y a esas propuestas populistas, y por eso es que como electores tenemos que estar mucho más en resguardo, en protección, alertas frente a eso que nos tratan de vender, desde luego que hay un desafío, no solo costarricense, de recomposición de las confianzas partidarias. Los partidos deben de descubrir cómo reenamorar a la ciudadanía para reincorporar en su militancia a sectores más amplios de la población, cómo lograr presentarse ante la ciudadanía, generar confianza y generar adhesión, pero también los costarricenses tenemos que entender que los partidos no son como una suerte de institución pública, no. Los partidos son organizaciones voluntarias de ciudadanos para la participación política. Esto significa que el sistema de partidos, en sus grandezas o en sus miserias depende un poco del compromiso ciudadano. Hay una responsabilidad no solo de votar sino también de incorporarse a la política especialmente si no nos gustan cierto tipo de agrupaciones pues debemos de intervenir con otras o de alguna manera conjuntarnos socialmente para generar una acción colectiva en la política. Frente a la desazón con los partidos, la vacuna o el remedio, es mayor participación, mayor incorporación, mayor responsabilidad, pero eso nos cuesta, porque tenemos una vena individualista que nos viene desde hace muchísimos años que queremos que las soluciones nos las den hechas. Lo cierto es que la construcción de soluciones del país requiere de la participación y del compromiso de todos. Sea como sea, el estado actual del sistema de partidos es lo que tenemos, va a haber una elección en febrero del año entrante y vamos a tener nuevo gobierno y nueva Asamblea Legislativa en mayo del año entrante y con ellos, quienes serán, depende de nosotros y de escoger lo mejor del menú electoral.
Los escándalos gravitarán en la campaña
–Revelaciones de supuestas acciones de corrupción en contrataciones de obra pública. ¿Puede impactar esa desazón al momento de la votación?
-Sin duda hechos de corrupción generan tristeza, generan preocupación y provocan enojo y pareciera que este será un tema debatido durante el periodo de campaña electoral, pero veamos que justamente la campaña, la elección, el recambio gubernamental, es una gran oportunidad, para elegir a las personas que tengan propuestas mucho más inteligentes, más potentes de combate contra la corrupción. Creo que corrupción siempre ha habido, pero que nuestro país demuestra la capacidad de enfrentar estas situaciones, que se conozcan y que los responsables puedan ser juzgados a través de las vías institucionales. Creo que el hecho de la capacidad que ha tenido la institucionalidad para descubrir, investigar, y procesar también son para tener en cuenta como algo positivo, dentro de ese marco general de preocupación ciudadana, y repito ver también las elecciones como una herramienta, una llave, para elegir aquella propuesta política con ideas y propuestas inteligentes en combate contra la corrupción. Un combate que nunca termina. Un combate que hay que mantenerlo, que hay que desarrollarlo. Hay que ser eficaz, con el propósito de promover mayores niveles de probidad en la función pública.
–¿El tema corrupción va a gravitar en la campaña electoral?
-Pareciera que será un elemento de la discusión política electoral y eso es positivo, pero sí pareciera que va impactar precisamente porque es un hecho que ha sacudido a la sociedad costarricense con las revelaciones que se han venido dando.
–¿Por qué es positivo?
-Es positivo porque la institucionalidad ha sido capaz de revelar estos hechos, hechos que han existido en toda la historia del país, sin perjuicio de que antes podían no haberse visto, segundo porque la prensa ha informado intensamente, matriculado en la idea de que esto hay ventilarlo, esto hay que juzgarlo y que estaremos en la capacidad de fijar políticas públicas más adecuadas y eficaces en combate contra la corrupción y el narcotráfico.
La amenaza de la penetración del crimen organizado en los partidos
-Posible penetración de mafias criminales, penetración en esferas legislativas, estructuras partidistas. ¿Cómo ve esa amenaza?
-La penetración del narcotráfico y el crimen organizado en estructuras partidarias es un riesgo y es un riesgo que hay que tenerle mucha atención, prestar mucha atención en particular, porque lo cierto es que ello condicionaría de alguna manera la agenda futura de los postulantes que existen en el menú electoral. Países de nuestro entorno, también cercano, tienen el factor narcotráfico gravitando de manera sustancial en sus procesos políticos electorales, inclusive con gran cantidad de muertes. El combate al narcotráfico es algo también muy complejo que no tiene soluciones sencillas, pero desde la perspectiva electoral, el financiamiento es un factor importante, la adecuada regulación del financiamiento partidario es crucial para minimizar ese riesgo. Yo siempre he dicho que desde la promulgación del Código Electoral del 2009, estamos mucho mejor preparados para paliar ese riesgo, porque se incrementaron de manera muy notable los niveles de transparencia del financiamiento partidario, las capacidades de investigación y las posibilidades de sanción a los infractores. Sin embargo, nuestro sistema sigue teniendo un Talón de Aquiles estructural. Está en el hecho que el auxilio del Estado llega en forma posterior al proceso electoral, porque está diseñado constitucionalmente como un reembolso que hacen los partidos a partir de recursos propios y no solo llega tarde sino que llega de manera muy inequitativa. Esto sumado a las dificultades crecientes que tienen los partidos de recaudación entre sus propios simpatizantes y militantes, hace que la tentación de recibir dineros de fuentes ilícitas crezca de manera sustancial y el mayor riesgo de ello se presenta en las elecciones municipales, porque, en primer lugar, no existe el anticipo del Estado, y tampoco pueden utilizar los mecanismos de certificado de cesión de la contribución del Estado, como sí se puede hacer en una elección nacional. Es decir en una elección municipal, las circunstancias son todavía más severas y con un afán preventivo. El Tribunal ha propuesto de 2013 para acá, ha impulsado una serie de proyectos que pretenden atacar este talón de Aquiles. ¿Qué es lo que se ha propuesto? Se ha propuesto adelantar de manera sustancial el adelanto que reciben los partidos en el arranque de la campaña, actualmente para las elecciones nacionales es un 15%. Hemos sugerido incrementarlo y llegar hasta un 50% por lo menos, eliminar los certificados de cesión partidaria, que no solamente son profundamente inequitativos, porque para unos partidos sirven, para los otros no, dependiendo de la posición en las encuestas, sino que es una vía especialmente útiles para el blanqueo de capitales ilegales. Segundo, hemos insistido, en la necesidad de estimular las pequeñas donaciones en favor de los partidos, pudiendo ser el incentivo fiscal una herramienta útil y hemos dicho que hay que abaratar los costos de la contienda. ¿Cuál es la manera de abaratarlos? Ofrecer espacios gratuitos a los partidos en medios de comunicación colectiva, radio y televisión en particular; establecer un mecanismo de transporte de electores gratuito para el día de las elecciones, con lo cual las facturas, el costo de la elección se rebaja. Hay un auxilio más oportuno del Estado, repartido de una manera más justa y la tentación de recurrir a capitales mal habidos se reduce. Es una formula que combina un auxilio estatal más oportuno y una disminución de los costos de campaña.
–Pero algunas de estas propuestas están haciendo fila ¿A qué atribuye este freno a las reformas?
-Cuando presentamos esos proyectos, ni siquiera fueron discutidos en comisión. No había una actitud siquiera a iniciar un debate sobre particular. A raíz de mi intervención en la Asamblea Legislativa esos proyectos se desempolvaron y actualmente están en corriente legislativa. Creo que ha tenido un factor muy positivo por la llamada de atención que hizo el Tribunal, porque parece que ahora la Asamblea sí quiere discutir en serio ese tipo de problemas. ¿Cuáles fueron los dos factores que impidieron esa discusión? El primero es que la propuesta de acceso gratuito, nosotros en un primer momento sugerimos que fuera un aporte obligado por parte de radio y televisión como parte de la contraprestación de utilizar el espectro electromagnético que es del Estado. Como sucede en todos los países de América Latina, salvo Honduras y Costa Rica, la radio y la televisión colaboran cediéndole gratuitamente espacios a los partidos políticos. Eso generó una reacción muy hostil de parte de los medios de comunicación de radio y televisión, y fue un factor decisivo en que no se discutiera y punto, no obstante que después hicimos una propuesta alterna en el sentido de que el costo de ese acceso gratuito se cargara a la contribución del Estado, pero ni siquiera así se viabilizó la discusión de estos temas. El otro tema es que no podemos negar que los partidos que están en la Asamblea Legislativa se benefician muy en especial de ese régimen inequitativo y por eso hay unas agrupaciones que no querían entrar a analizar un cambio legislativo que les venía a restar la posición de privilegio en el que el sistema actual los coloca.
–En 11 años, 22 informes sobre posibles delitos, ¿qué le evidencia?
-Justamente lo que está mostrando es que el diseño del Código Electoral 2009 permitió superar una situación de profunda opacidad del sistema de financiamiento. No había en el pasado forma de conocer qué dineros estaban ingresando a la política y cómo se estaban gastando. En segundo lugar, no había un modelo unificado de control, sino que la Contraloría conocía de las liquidaciones de la contribución estatal, y el Tribunal llevaba un registro muy limitado de contribuciones en favor de los partidos políticos. Y tercero, no había previsto sanciones bien construidas y eficaces para disuadir la persecución penal. Es más desde el 49 (1949) a la fecha, al menos del 49 al 2009 no hay una sola condenatoria, ni un solo proceso penal. El nuevo sistema permitió visualizar lo que estaba pasando. Destapó esa caja negra del financiamiento de los partidos. Permitió ejercer un control interno integral de las finanzas, permitiendo ver cómo ingresa el dinero y cómo se gasta. Nos dio facultades de investigación, por ejemplo, para determinar la solvencia económica de los donantes. Se crearon sanciones eficaces y el resultado de ello es que se ha podido conocer, develar, procesar y sancionar a los transgresores.
–¿Cuántos casos?
-Hay una gran cantidad de expedientes que se han ido tramitando y sabemos que hay dirigentes políticos que han ingresado a prisión por este tipo de delincuencia electoral.
“No podemos esperar a que nuestros procesos electorales sean en el futuro capturados por el narcotráfico“
–¿Cuán grave es la amenaza del financiamiento de organizaciones criminales en la vida política?
-Nosotros al momento de presentar denuncias al Ministerio Público, no calificamos, no estamos en la capacidad de calificar si se trata de un delito puro y simple o si es un delito conectado al narcotráfico. Sin embargo, hay situaciones que nos alertan, que nos prenden lucecitas y en esos casos lo que hacemos es trasladarle el asunto al Instituto Costarricense de Control de las Drogas que es una dependencia especializada para ese tipo de investigaciones y además al Ministerio Público a la Fiscalía para su adecuado procesamiento. Creo que en Costa Rica no estamos en una situación como la de México o la de Colombia, pero siempre es un peligro latente y que no podemos esperar a que nuestros procesos electorales sean en el futuro capturados por el narcotráfico. Esa es una amenaza importante para el país, a la democracia y hace que este tipo de iniciativas legislativas deban de discutirse pronto, ya no para la elección del 2022, no hay tiempo, pero es crucial para la elección municipal del 2024.
-¿Por qué utilizó el término “defender la democracia”, en los pasados comicios?
-Ha sido una de las elecciones especialmente la segunda vuelta marcada por una profunda polarización. Esa polarización nació a partir del conocimiento que generó la opinión consultiva de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos sobre el matrimonio igualitario y eso causó una profunda división en la sociedad costarricense, con criterios diferentes y gestionar una elección polarizada con enojo ciudadano, con ataques injustificados al árbitro, es tamaño desafío para la institucionalidad electoral. Creo que logramos que, a pesar de ese clima complejo pudiéramos ofrecerle a los ciudadanos la posibilidad de votar, garantizándole su libertad electoral, su derecho a votar en secreto y en consciencia y al final el pueblo decidió como decidió. Nuestro rol es permitirle a la ciudadanía ejercer ese sufragio en condiciones de libertad, y, a pesar de la profunda crispación ciudadana, la polarización de ese momento, creo que la adecuada conducción no solo en la logística electoral, sino a nivel comunicacional permitió que la sangre no llegara al río, sino que pudiéramos, como este país siempre lo ha hecho, a través de una papeleta, sus diferencias políticas. Creo que un factor importante en ese desenlace positivo de que se pudo decidir bajo los cánones democráticos estrictos, se debe a una adecuada conducción, a una credibilidad de la institución y al final tuvimos un recambio de gobierno certificado además por nuestras organizaciones de observación electoral. Creo que es profundamente satisfactorio para el Tribunal y el país. Me han tocado dos procesos electorales conducidos dentro de la polarización. Uno el de 2018, pero ya lo habíamos vivido en el 2007 en el referéndum del TLC, donde una discusión que vendría a ser fanatizada, y donde hubo actores políticos promoviendo la irracionalidad en esa discusión, creo que el Tribunal es un factor que introduce racionalidad a la discusión política.
“Ya no hay que sorprenderse por las segundas vueltas“
–¿Cómo ha cambiado el país electoral?
-Quizá lo más importante de haber estado en varios procesos electorales, es que el Tribunal del que formo parte ha organizado comicios de alternancia política. Durante mi estancia en el Tribunal ha habido gobiernos de la Unidad Social Cristiana, de Liberación Nacional y de Acción Ciudadana. La alternancia en el gobierno es un índice de salud de la democracia, pero sin duda en el año 99 tenemos un panorama bien distinto al actual. Ciertamente los primeros remezones del bipartidismo se producen desde el 94, pero son bastante obvios en el 2002, y la prueba de ello es la primera segunda vuelta electoral de la historia del país, y fuimos en un proceso sin retorno hacia un modelo multipartidista, en donde eso es un cambio. Ahora las segundas vueltas son la regla y el que gane en primera ronda es la excepción, precisamente porque los votos no se dividen primordialmente entre dos agrupaciones dominantes, sino de una manera más profunda. Ese es un cambio, tenemos elecciones que en principio hay que asumir que se resolverán en segunda ronda.
–¿Lo tenemos que tener en la mira para febrero 2022?
-Yo creo que en general en elecciones presidenciales hay que sorprenderse si el que gana, gana en primera vuelta, ya no hay que sorprenderse por las segundas vueltas.
–¿Por qué?
-Precisamente porque desde la guerra civil del 48 hasta las elecciones del 94 el caudal electoral se repartía básicamente entre dos bolsillos partidarios. Hoy por hoy, la masa de votos, se reparte en tres o más de manera significativa. No es que solo hubiera dos partidos pero los demás que competían obtenían una votación muy reducida. Eso dejó de existir. No forma parte ya de la cultura política, del costarricense.
–¿Bueno o malo para la cultura política?
-Como todo en la vida, tiene aspectos positivos y aspectos que no lo son tanto. Un modelo multipartidista garantiza una mayor representación de las minorías. Eso lo tenemos en la Asamblea Legislativa de hoy. Tenemos además la necesidad de consensuar, entre diferentes visiones del mundo, las políticas públicas que ahí se adoptan, pero el modelo multipartidista, especialmente cuando es un multipartidismo muy acentuado, dificulta construcción de consenso, genera una Asamblea que puede llegar a ser sumamente fragmentada y en el caso de la papeleta presidencial a segunda vuelta pueden ir dos partidos que no hayan obtenido más de un 10% de la votación. Así que es un paradigma distinto, que hay que saber aprovechar sus virtudes e intentar paliar los efectos negativos que tiene.
–A pesar de los reconocimientos internacionales, Costa Rica no está exenta de turbulencias políticas ¿Cerca de qué está Costa Rica en su entorno político, institucional?
-Costa Rica no es inmune. Nuestro país ha vivido una erosión sostenida en la credibilidad de los partidos, de la Asamblea Legislativa y de la institucionalidad en su conjunto. Creo que la posibilidad de contagiarnos de este tipo de problemas estructurales y de situaciones que parecieran una clara amenaza a la democracia, hay que tenerla muy en cuenta, y desde luego abrir los espacios para la construcción de una agenda de reformas que permita un mayor acercamiento de la ciudadanía hacia su institucionalidad, una mayor confianza en la capacidad del sistema político debe representarlo adecuadamente. Lo que pasa es que en este momento digamos ese tipo de consensos no los hemos construido. Creo que lo importante es tener una visión clara de país de cuáles son los cambios que la realidad impone. Hay que tomar decisiones inteligentes y no decisiones precipitadas, pongo el caso de la adopción que han tomado otros países en favor de candidaturas indeterminantes, voto preferencial, y otra serie de mecanismos que suenan bonitos en el papel pero que han tenido unas tremendas consecuencias en el plano de la salud de la democracia. Ese tipo de cambios llevaron a mayor personalización en la política, a la destrucción de los partidos que existían y a la emergencia de líderes autoritarios. Creo que lo que se impone en el país es una reflexión reposada en cuáles son las medidas de cambio estructural, razonables y de generar consenso. En Costa Rica seguimos discutiendo. No nos ponemos de acuerdo en cuestiones básicas como subsidio a los productores o libre competencia, creo que antes deberíamos de tener claro aquello que genera amplio respaldo nacional, y a partir de ese diagnóstico ver cuál es la vía más sencilla, más adecuada, para promover esas reformas. Creo que, en climas de crispación, convocar una Asamblea Constituyente tiene varios peligros, así que primero mejor construyamos una visión país, que todos nos sentamos incluidos,
–Un mensaje final para el electorado con miras a los comicios de febrero
-El llamado no puede ser otro que el llamado a la participación, el llamado a involucrarse en el proceso electoral, y ese involucramiento no es solo ir a votar el día de las elecciones, sino ser un votante informado, un votante capaz de hacer una escogencia sabia, de cuál va a ser ese nuevo equipo gubernamental, que va regir los destinos del país cuatro años más. La posibilidad de que el pueblo sabiamente elija a sus nuevos gobernantes es una ventana de esperanza, una ventana donde podemos pensar en un mejor país para todos, luego de una reactivación económica que todos esperemos que se dé a mediano plazo, una mejoría en los niveles de empleo, una mayor prosperidad para todos los sectores del país, una Costa Rica donde podamos pensar que vamos a tener un entorno de mayor felicidad para nosotros, para nuestras familias, para nuestra comunidad y para todos los costarricenses.