“Las casas son para vivir, no para especular”. Muchos recordarán estos días este eslogan del presidente chino Xi Jinping en el 19 Congreso de su partido hace ahora cuatro años. La más que probable caída del gigante del ladrillo Evergrande se convierta en una prueba de que parte de ese objetivo no se ha podido cumplir, destaca el sitio Nius de Madrid.
Que el mercado inmobiliario chino estaba inflando una burbuja al más puro estilo capitalista, es decir, a base de deuda y especulación, es una advertencia que se viene escuchando desde hace bastante tiempo. En un boom es difícil establecer a partir de qué precio una vivienda refleja realmente lo que vale o está sobrevalorada. El caso es que en China todo es de tamaño gigantesco. Evergrande tiene 400 millones (¡millones!) de metros cuadrados de suelo edificable, agrega dicho sitio.
La burbuja se alimenta de pedir dinero prestado y venga a construir más. En cuanto falla esa tubería de la financiación y los precios no aguantan el ritmo de subida, los apuros comienzan a aparecer, amplía el reporte.
¿Qué está pasando? Evergrande es la segunda inmobiliaria del país pero la más endeudada del planeta de ese sector. Su deuda representa cerca del 2% del PIB Chino, o si barremos para casa, sería como un 25% de nuestra economía. El problema inminente es: “Este jueves vence un bono en dólares por 84 millones de dólares. Y la compañía ya ha dicho que no va a pagar”, explica Aleix Amorós, asesor externo en un fondo inversión. “Será el primero que no se paga y de facto significa la bancarrota”.
Especial PuroPeriodismo: Nius, Madrid