La independencia del periodismo

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Pepa Bueno, directora El País, Madrid/Ilustración El Roto

Las noticias se basan y se basarán siempre, en este periódico, en hechos comprobados. Perdonen la insistencia, pero esa es la materia prima con la que trabajamos los periodistas que creemos en el oficio (y en la investigación que conlleva) y por eso es la diana contra la que disparan los interesados en la desinformación: la usan como arma para sembrar el miedo, el odio al diferente o al vulnerable. Su objetivo es desprestigiar al periodismo exigente y evitar así la fiscalización de sus actividades y propósitos. No me cansaré de repetir que en este momento el riesgo más alarmante para nuestra profesión es que una pequeña parte de la ciudadanía no nos reclame hechos a los periodistas sino una interpretación de los hechos adaptada a sus creencias o a sus prejuicios. Eso ha sido lo que siempre pretendió el poder, pero a lidiar con el poder estamos acostumbrados, esa tensión forma parte de nuestro trabajo. El periodismo ha pagado un precio altísimo, en descrédito y en desconfianza ciudadana, cuando ha entregado su incondicionalidad a intereses de parte, sean cuales sean. Y nunca como ahora los informadores tuvimos que blindarnos tanto en las democracias del aplauso fácil o de la persecución ad hominem que propicia la comunicación instantánea del mundo digital. Hacer nuestro trabajo ajenos a esa presión es hoy una prioridad absoluta.

Especial PuroPeriodismo: Un país imprescindible, El País, Madrid