Edgar Fonseca, editor
Costa Rica figura en la categoría de “muy alta” de integridad electoral, de acuerdo con índices internacionales citados por el expresidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), magistrado Luis Antonio Sobrado, al entregar su informe final de gestión el pasado 13 de diciembre.
El país se ubica en la categoría “muy alta” integridad electoral, con una nota de 79 puntos, octava posición del mundo, junto a Suiza y Estonia, y primero de América, seguido de Uruguay y Canadá con 75 puntos, precisó Sobrado con base en The Electoral Integrity Project del Royal Military College of Canada / Queen’s University y la University of East Anglia.
El sistema está “blindado” de principio a fin, desde la impresión de las papeletas, su distribución, la jornada de votaciones y el escrutinio posterior, afirmó este lunes Gustavo Román Jacobo, asesor político del TSE.
Resaltó los reconocimientos de organismos e índices internacionales, de misiones de observadores y la confianza en el país.
Calificó de “muy riguroso” el proceso de control, de mecanismos cruzados para asegurar el respeto a la voluntad del elector, único en Latinoamérica.
Evitó entrar en debate con candidatos o partidos, ya que lo considera “impropio” pero ratificó la transparencia de un sistema con 72 años de experiencia.
Sólido, según OEA
La Misión de Observadores de OEA que asistió a las elecciones del 6 de febrero calificó al sistema electoral costarricense como “sólido”.
“La Misión pudo observar que Costa Rica cuenta con un sistema electoral sólido, que inspira confianza a los distintos actores del proceso”, ratificaron los observadores.
La idoneidad del sistema electoral saltó a discusión en las últimas horas luego que la diputada electa Pilar Cisneros habló el sábadoen Puntarenas de un presunto “chorreo de votos” en la segunda vuelta electoral presidencial del 3 de abril en que se enfrentarán José María Figueres, a candidato PLN, y Rodrigo Chaves del partido Progreso Social Democrático de la legisladora.
“Tenemos al frente a un enemigo poderoso, con una estructura sólida, y capaz de hacer chorreo de votos para quitarnos esta elección”, aseguró Cisneros durante un mitin al lado del candidato Chaves quien la respaldó en su posición.
“Quiero decirles una cosa: esto no está ganado”, remarcó la legisladora electa.
Sus afirmaciones generaron fuerte censura pública entre analistas y observadores y en las redes, donde también hubo quienes la apoyaran.
Se retractó
Cisneros se retractó el domingo de su afirmación inicial y admitió que cometió un error al mencionar al TSE, según dijo a La Nación.
“Cometí un error al mencionar al TSE, en lugar de citar a los procesos internos partidistas”, añadió. “No, no desconfío del TSE”, aseveró a dicho diario.
Sólido sistema
En su informe final de labores, el magistrado Sobrado, quien renunció a su puesto súbitamente, por afinidad de parentesco con una candidata a vicepresidenta, resaltó la solidez del sistema electoral de Costa Rica reconocida por distintos organismos internaci9nlaes.
Según Sobrado, a finales del siglo XX, el TSE ya tenía un merecido prestigio internacional como organizador solvente de ejercicios comiciales en la regionalmente excepcional democracia costarricense, al punto de que su propio modelo organizativo y no pocas de sus prácticas asentadas, fueron adoptados por diversos países del área. En este aspecto, entonces, el desafío era mantener y fortalecer el posicionamiento internacional del organismo electoral costarricense.
“Son muchas las señales de que, al cabo de mi gestión, ese posicionamiento institucional es más sólido”, ratificó el magistrado saliente.
Destacó que los informes de las misiones de observación internacional de la Organización de Estados Americanos y del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, así como nuestra participación protagónica en instancias de colaboración y diálogo en el marco de los protocolos de Tikal y de la Unión Interamericana de Organismos Electorales, retratan al TSE como una institución referente de buen hacer y mejores prácticas en materia electoral.
Bajo escrutinio internacional
Sobrado enfatizó que que el prestigio del sistema electoral del país es sometido, además, a permanentes evaluaciones técnicas, a cargo de reputadas instancias internacionales, cuyos resultados son apreciables en sus respectivos informes.
Citó cuatro de los informes:
1) Índice de Integridad Electoral 3 del The Electoral Integrity Project, actualmente en el Royal Military College of Canada / Queen’s University y la University of East Anglia y originalmente en la Harvard University y la Sídney University. En su último informe de mayo 2019 (con datos de 2012 a 2018), Costa Rica se ubica en la categoría “muy alta” integridad electoral, con una nota de 79 puntos, octava posición del mundo, junto a Suiza y Estonia, y primero de América, seguido de Uruguay y Canadá con 75 puntos. Aun siendo una posición de privilegio, debe tomarse en cuenta que Costa Rica pierde puntos en este informe principalmente por aspectos ajenos a la gestión del proceso por parte del TSE (como los déficits en la legislación sobre financiamiento partidario o acceso equitativo a los medios de comunicación) o incompatibles con nuestra Constitución Política, como la facilidad del voto por Internet.
2) Índice de Democracia 4 de la Unidad de Inteligencia del periódico The Economist. En su último informe (de 2021, con datos de 2020) el país alcanza una puntuación de 8.16, lo que lo coloca en el puesto 18 a nivel global —al igual que Austria— y como una de las únicas tres democracias plenas de América Latina, junto a Chile (puesto 17) y Uruguay (puesto 15). Si bien, a diferencia del anterior, no es este un índice concentrado en la evaluación de procesos electorales, la relación con el desempeño del TSE es que la segunda categoría en la que Costa Rica obtiene su puntuación más alta (solo por debajo de “Libertades civiles”) es “Proceso electoral y pluralismo”, con 9.58 puntos.
3) Libertad Global 5 de Freedom House. En su último informe (de 2021, con datos de 2020) el país obtiene una nota de 91/100, categorizándose como un país libre. Nuevamente, es en los siete indicadores de las dimensiones “Procesos electorales” y “Pluralismo político y participación”, que Costa Rica alcanza sus mejores calificaciones: 27 de 28 puntos posibles.
4) Estado Global de la Democracia 6 de The International Institute for Democracy & Electoral Assistance. Establece índices que oscilan entre 0 y 1: menos de 0.399 es desempeño bajo, de 0.40 a 0.70 es desempeño medio, y de 0.701 a 1.00 es desempeño alto. En su informe presentado este noviembre, se repite la tendencia de las otras dos evaluaciones técnicas referidas: es en los sub-atributos del atributo “Gobierno representativo” (“En qué medida el acceso al poder político es libre y equitativo, lo que se manifiesta mediante la celebración de elecciones competitivas, inclusivas y periódicas”) que el país obtiene su puntaje más alto: 0.97 puntos.
Nivel más alto de credibilidad
“Como recordé en mi carta de renuncia –citó Sobrado– los organismos electorales no solo gestionamos elecciones, sino también confianza. Esta es, sin duda, el activo más importante con el que contamos. Consciente de eso, la magistratura me correspondió ejercerla en un contexto de deterioro generalizado de la confianza en las instituciones y en las autoridades políticas, no únicamente en Costa Rica, sino medido internacionalmente en las democracias occidentales. Es en ese contexto adverso, que logramos conservar un nivel más que satisfactorio de credibilidad de los costarricenses en el TSE”.
Detalló que en las 27 mediciones de la valoración social de confianza hechas por el Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica desde el año 2012, el TSE obtuvo una calificación promedio de 6.86 puntos, de las mejores entre todas las instituciones evaluadas y la más alta entre las instituciones políticas del país. Ese mismo informe midió en 7 estudios, de julio de 2017 a noviembre de 2019, la confianza de los ciudadanos en distintas figuras políticas. En ellos obtuve una valoración promedio de 5.6 puntos, en todos los casos la más alta entre los presidentes de los supremos poderes.
Confianza en TSE entre las 3 más altas
Sobrado mencionó que el Latinobarómetro en su último informe de 2021 (con datos del 2020) ofrece resultados coincidentes: la confianza en el TSE es del 45%, la tercera más alta expresada por una sociedad en sus autoridades electorales en América Latina (por debajo de Uruguay con 64% y Colombia con 54%).
Para el magistrado saliente esos números, “que desde luego no son óptimos, le han permitido a nuestro país transitar por años de desencanto político-partidario y de insatisfacción con la prestación de los servicios públicos por parte del Estado, sin una ruptura del orden constitucional ni de los más elementales consensos democráticos. Así lo entiende el último Informe Estado de la Nación , presentado por el Programa Estado de la Nación este noviembre recién pasado. Concluye que hay “una fortaleza crucial de la democracia: la población costarricense posee una fuerte cultura cívica y una sólida creencia en el sufragio”.
“La mayoría de las personas no cree en sus representantes y no confía en los gobiernos y las instituciones, pero apoyan la selección de sus gobernantes mediante elecciones libres y competitivas. Esta situación ha impedido que el desplome en la identificación partidaria se haya traducido en caídas similarmente graves en la participación electoral”. A ello, sin duda, contribuye que en Costa Rica “no está en discusión la existencia (…) de un Tribunal Supremo de Elecciones capaz de fungir como un árbitro neutral de la competencia y, en general, de un Estado democrático de derecho. Aunque en todos estos factores es posible identificar debilidades y limitaciones, no parece haber amenazas inminentes para la vigencia de la democracia electoral en Costa Rica”, aseveró Sobrado.
Especial PuroPeriodismo: Magistrado Luis Antonio Sobrado, Informe Final de Gestión, Presidencia Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), 13 de diciembre 2021, TSE-3035-2021
Nos enorgullece que Costa Rica figure en la categoría de “muy alta” de integridad electoral, de acuerdo con índices internacionales citados por el expresidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), magistrado Luis Antonio Sobrado. Pero no debemos dormirnos en nuestros laureles. El propio exmagistrado, después de aprobado el Código Electoral vigente, en uno de sus artíclulos publcados en La Nación, señaló dos atributos o características de nuestro Sistema Nacional de Elecciones Legislativas:
1° Que existen desproporciones. Con esto identificaba el problema claramente, porque unos partidos son privilegiados o sobrerrepresentados, y otros discriminados, subrepresentados o excluidos, y
2° Que las desproporciones son mayores en las provincias menores. Así vislumbraba la solución para corregir el problema, mediante la maximización circunscripcional o de distritos electorales. Además identificaba la causa del problema, que es la fragmentación circunscripcional por providencias. la cual constituiría un fraude de ley (o Constitucional).
Un sistema sencillo, transparente y comprensible, podría tratar por igual, sin privilegios ni discriminaciones, a todos los partidos, candidaturas y electores. Bastaría calcular el número de votos requeridos para elegir a cada diputación. Así cada partido tendría tantas curules como cocientes democráticos o únicos, y se conformaría una Asamblea con representación partidaria proporcional.
Posteriormente, el total de escaños de cada partido se asignaría a las provincias en proporción a los votos obtenidos en ellas, par tener equidad provincial.
Finalmente, el total de escaños de cada partido se asignaría a las candidaturas de su papeleta nacional (integración de papeletas provinciales), mediante rigurosa alternabilidad de género, empezando por las candidaturas de la provincia 1 de San José según nuestra división político administrativa.
La magnitud de la distorsión de los resultados electorales legislativos es sumamente elevada, por lo que se recomienda la evaluación y democratización del sistema