Especial PuroPeriodismo/CambioColombia
Daniel Samper Pizano- Quizás lo más parecido a la actual situación colombiana es un partido de banquitas, esa mínima representación del fútbol que se disputa en un potrero y que enfrenta a dos equipos de amigos agrupados a las volandas: A ver, rápidamente, formen en este lado los casados y en el otro los solteros… Sí, seis contra seis, o contra cinco, no importa…. Gordo, tú vas de árbitro…
Solteros contra casados. Llamen ustedes casados a los que apoyan a Gustavo y solteros a los de Rodolfo, o al revés, da igual, porque en la política nacional y los partidos de banquitas el personal es siempre el mismo: unas veces corren en un equipo y otras en el rival. Pero ahí están y, llegado el caso, son intercambiables.
En la alineación de este año no entran en liza rotundas ideologías, planteamientos de fondo, programas sólidos ni grandes consideraciones sobre los problemas del país. Fijados los dos polos, Petro y Hernández, los jugadores se matriculan por razones emocionales o promocionales en uno u otro equipo sin tener en cuenta más que circunstancias accidentales.
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