PLN, tres fracasos, cero autocrítica, amnésico

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Edgar Fonseca, editor

Tras tres fracasos electorales presidenciales consecutivos, la actual cúpula dirigente del PLN no parece sentar cabeza.

En 2014, el entonces aspirante ni siquiera se atrevió a presentarse a la segunda vuelta.

En un acto insólito dejó huérfano al electorado verdiblanco y le sirvió en bandeja la llegada al primer gobierno PAC.

En 2018, el entonces aspirante ni siquiera accedió a la segunda vuelta.

Mayúsculo revés en medio de un gasto multimillonario de campaña.

El otrora sólido partido naufragó en una polarizada disputa y el PAC hizo mesa gallega.

En este 2022, el PLN intentó en vano lavarse la cara pero la agresiva irrupción de un, hasta entonces, ilustre desconocido en la arena política local lo fulminó con su verbo incandescente y “una tierra prometida”…

Un triunfo inútil –maquillado por lograr una fracción opositora mayoritaria–, le hizo caer en barrena desde la noche del 6 de febrero con el resultado por todos conocido.

Por 12 años consecutivos, Liberación queda fuera del poder presidencial, lo cual no es poca cosa en un partido acostumbrado a lo contrario.

Pero el excandidato le dice a sus huestes que no deben avergonzarse del resultado.

Que cuentan con la fracción más fuerte.

Que hoy el partido está “mucho más unido” que antes de la campaña.

¿Y la autocrítica?

¿Qué les impidió ratificar el 3 de abril, el espejismo del 6 de febrero?

¿La deteriorada imagen del candidato?

¿Una campaña que apostó al equipo y a la experiencia y ni despeinó a los electores?

¿Una estrategia que descolorizó al partido y lo hizo muy vulnerable ante el enemigo?

¿Dónde están aquellas enormes masas de votantes que por décadas hicieron invencible a Liberación?

¿Qué las hizo desertar de sus tiendas?

¿Los escándalos, la corrupción, el nepotismo rampante en cada asamblea preelectoral?

¿Qué hace que el partido no signifique nada para las nuevas generaciones?

Sin trascender a la fecha ningún examen interno a profundidad del nuevo fracaso, las edulcorantes frases del excandidato parecieran sentenciar la suerte del que fuese un reducto político clave, hoy convertido en un coto de caza de alcaldes y de sempiternos aspirantes a diputados.