Gonzalo Castellón, abogado
Cumplió los 56 años, como lo han logrado multitud de personas y de canciones. Pero nadie dijo nada de su aniversario personal, y, cuando llegó la publicitada ocasión, Frank Sinatra ya no estaba para reclamar los laureles que la perspectiva cronológica del medio siglo le endosaban.
Es una canción extraña, de melodía y ritmo limitados, pero de un patético empuje que nos mantiene atados a su cadencia. De tardío romanticismo, pero de una belleza que no tiene semejanza, STRANGERS IN THE NIGHT es un hito histórico en el desarrollo de la música popular, pero es a la vez el relato de una condición humana. Los hombres y mujeres de mi generación seguimos siendo extraños en la noche… y probablemente mantengamos esa condición, más allá de la muerte.
No es culpa nuestra: nacimos después de la más despiadada guerra de la historia, y de una crisis económica que se desató como consecuencia del involucramiento bélico de todo el planeta. Para colmo, cada uno de nosotros empezó a vivir bajo la amenaza de un apocalíptico conflicto nuclear, matizado con guerras alternas de entrenamiento en Corea y en VietNam. ¿Podría ser de otra manera? NO FUIMOS HIPPIES, PERO SOMOS… EXTRAÑOS EN LA NOCHE.
Para colmo, Strangers in the Night fue siempre una canción polémica. Pese a que el mundo entero la asocia con Frank Sinatra, la historia nos desmiente en cuanto a sus orígenes.
A principios de los años sesenta, Avo Uvezian había conocido al cantante italoamericano, y le había hecho escuchar su composición Broken Guitar, cuya melodía acusaba enormes coincidencias con la que conocemos. Sinatra había objetado la letra de la canción, que no fue grabada hasta 1965. Wikipedia la atribuye al croata Ivo Robic, quien la había dado a conocer en el Festival de Split de la antigua Yugoslavia. En croata se titulaba ‘Stranci u Noci‘. Otra conocida versión fue adaptada en alemán por Bert Kaempfert.
Sinatra odió siempre la canción, de la que reputó su contenido lírico como “una mierda”, y hasta se resistió originamente a su lanzamiento. En los días previos a su matrimonio con Mia Farrow, la melodía fue utilizada como parte de la música ambiental del himeneo. El italo-americano terminó sucumbiendo a la voz de la mercadotecnia y aceptó ejecutar su grabación y promoción. Hubiera sido un error no hacerlo, puesto que antes de cumplirse un mes de su salida, Strangers in the Night había roto los records más firmemente establecidos, y se posicionaba de tal suerte en una “pole position” establecida por Billboard Hot 100.
Para los primeros días de julio de 1966, la canción era conocida y entonada por el mundo occidental como el éxito más inaudito de la historia. El primer país en reconocer su condición fue el Reino Unido, para que luego España se hiciese eco de su éxito devastador.
El intérprete fue reconocido con un Premio Grammy por su performance. Como dato curioso, vale la pena aclarar que el «sfumato» que epiloga la canción, y que reza dubi dubi doo, dudududiba, daha daha da, fue literalmente producto de la improvisación del eximio ejecutante, y contribuyó cuantitativamente a su popularidad.
Todos somos strangers in the night. Todos hemos deambulado en la oscuridad buscando a lo lejos la luz encendida con que la esperanza señala el balcón de la amada lejana.
Con su insustituible auxilio hemos encontrado —bajo el equívoco procedimiento de prueba y error—, a la compañera perfecta, que nos ha llenado de desilusión al cabo de pocas semanas.
La melodía permanece en el pérfido tiempo, erigida en himno al desamor, y emplazada en el horizonte a guisa de lejana y evocadora estrella.
Fuente: Facebook Gonzalo Castellón