El sacerdote Oscar Benavides, párroco en Mulukukú, Siuna, Nicaragua. fue capturado al anochecer del domingo por hombres armados que llegaron a la iglesia en 3 patrullas antimotines, según versiones independientes.
Lo rodearon tres camionetas “llenas de antimotines” cuando salía de la parroquia La Asunción tras oficiar la misa, confirmó el diario La Prensa de Managua.
La periodista Tiffani Roberts, corresponsal de Univision, detalló en un tuit que el sacerdote es párroco en la iglesia del Espíritu Santo en Mulukukú en Siuna, Caribe norte..
Esto sucedió después de la homilía de las 5 PM de este domingo, según dicha fuente.
Los tiranos tienen la ultima palabra
La captura del sacerdote se dio mientras llegó a su décimo día el asedio contra el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, 6 sacerdotes y 4 laicos en la diócesis de esa ciudad norteña.
Desde Miami, el obispo exiliado Silvio José Báez advirtió que los tiranos tienen la última palabra.
“La última palabra no la tienen los tiranos”, advirtió ayer domingo Báez, exiliado en Miami, ante los recientes acontecimientos en Nicaragua con la retención policial en Matagalpa del obispo Álvarez y sus asistentes.
Poderes tiránicos
“Así son los poderes tiránicos, los de ayer, y los de hoy. Acusan con mentiras, levantan calumnias y procesan injustamente. El profeta no calla. La última palabra no la tienen los tiranos”, destacó monseñor Báez, quien debió exilarse en 2018 tras la ola represiva desatada por el régimen de Daniel Ortega para aplastar una rebelión cívica.
“Los tiranos no soportan la palabra profética que pone al descubierto su maldad y sus crímenes. Los poderosos de hoy temen a una Iglesia profética, quisieran ver a la iglesia encerrada en la sacristía con la boca cerrada y ojalá doblegada ante ellos·, remarcó el prelado desde la parroquia Santa Agatha de Miami.
“Dios no abandona ni a sus profetas ni a su pueblo. Por eso el profeta no se calla, aunque esté hundido en un pozo lleno de lodo, aunque esté siendo acusado injustamente o agredido por fuerzas tenebrosas y violentas”, añadió.
El 12 de agosto, monseñor Báez condenó el secuestro del obispo Álvarez.
“Condeno el secuestro de mi hermano Mons. Rolando Álvarez de parte de la dictadura de Nicaragua. Estoy cerca de él con mi cariño y mi oración. Es una luz que brilla en las tinieblas, que las tinieblas no podrán apagar (cf. Jn 1,5). ¡Él y quienes lo acompañan deben ser liberados!”, exigió.