De luto y en penumbra…

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Edgar Fonseca, editor

¿De cuál estamento en el gobierno provino la orden de reabrir urgente el paso por la peligrosísima ruta de Cambronero el sábado anterior?

El titular MOPT niega rotundamente qué fuese de él.

El presidente lo respalda absolutamente, al menos de momento.

El país de luto y en penumbra ante un eslabón clave en el contexto de una de las mayores tragedias viales de tiempos recientes.

Los jerarcas alegan que no es del control de un gobierno desentrañar los embates de la naturaleza.

Pero, en este caso, la orden de reapertura de la deteriorada ruta se dio en el marco de una semana de cierre del tránsito debido a derrumbes y hundimientos que exigían un mínimo de prudencia y precaución en su operación.

Cerrada dicha ruta hasta el viernes, en cuestión de horas se precipitó una decisión, al calor, quizá, de las kilométricas presas en la 27 en un fin de semana largo.

Y así el bus de la empresa Alfaro con 60 pasajeros fue arrastrado al guindo con el drama que hoy acongoja al país

Si el ministro niega responsabilidad y el presidente lo avala, de momento, ¿de quién o dónde en la administración provino la precipitada reapertura?

¿Cuáles fueron las razones?

¿A quién se le consultó?

¿Cuándo y por quién fue enterado el ministro?

¿Estuvo al tanto el presidente como cabeza del comando nacional de emergencias?

Será la indagación judicial la que, algún día, contribuya a dar luz a tantas interrogantes derivadas del desastre.

Pero desde el ámbito gubernamental bien harían en facilitar de inmediato a la Fiscalía la información relevante que contribuya a aclarar la nebulosa ante los hechos acaecidos.


Y además

La tragedia de Cambronero atrapó a la comitiva presidencial en un acto de inspección de la devastación por inundaciones en localidades al sur de la capital.

Con las cuadrillas apuradas en tareas de limpieza y salvamento, aquella visita, cuando el mandatario alistaba maletas hacia la ONU, más correspondía a otro capítulo de refuerzo de imagen.

El drama en El Alto de Santiago la pulverizó.

Y, en el fragor de los acontecimientos de ese sábado, el país se empapaba de la abrupta salida de una de las figuras de mayor reconocimiento público, Alvaro Ramos, hasta entonces presidente ejecutivo CCSS.

Con brillo propio, cayó en discrepancia con el gobernante.

Pierde el gobierno.

Pierde el país la gestión de un funcionario probo y capaz.

Tras una jornada como las que hoy atraviesa el país, ¿habrá espacio en Zapote a la reflexión del rumbo y la gestión de gobierno?