Editorial El Comercio, Lima
Ayer Pedro Castillo precipitó el final de su presidencia. Lo hizo cercado por serios señalamientos de corrupción contra él y su entorno a los que nunca supo (ni quiso) dar respuesta, en momentos en los que el Congresose alistaba a votar una moción de vacancia por incapacidad moral permanente en su contra y terminando de quebrar el orden democrático al que jamás le interesó respetar. Así es como decidió pasar a la Historia y ojalá que el juicio que esta haga sobre su legado con el correr de los años no eclipse ni edulcore esta realidad.