Edgar Fonseca, editor
La democracia sí está bajo ataque.
No vayamos muy lejos.
Cayó Venezuela.
Cayó Nicaragua.
El Salvador vive horas oscuras.
Igual el resto de la región, salvo calificadas excepciones.
Está bajo ataque en EE.UU. donde fuerzas oscurantistas no cesan en su afán de deslegitimar la institucionalidad.
El asalto de turbas trumpistas el 6 de enero 2021 al Capitolio permanece como un capítulo de ignominia en la historia republicana norteamericana.
La democracia está bajo ataque en Brasil donde apenas hace una semana, el 8 de enero, turbas bolsonaristas asaltaron la Presidencia, el Congreso y el Tribunal Federal en un intento sedicioso por desconocer resultados electorales.
Está bajo ataque en México donde el populista López Obrador acecha el entramado institucional para ponerlo de rodillas con pretensiones caudillistas.
La democracia regional vive horas convulsas.
Que lo digan Chile o Perú.
Por eso resulta hasta cierto punto absurdo escuchar al presidente Chaves negar en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, que la democracia global esté bajo ataque.
Lo hizo luego que la representante de EE.UU., Samantha Power, denunció el grave peligro que corre hoy el sistema democrático.
“La democracia está bajo ataque. Las democracias establecidas están bajo ataque. No es un tipo de fuerza de gravedad o de tendencias naturales. Son individuos tomando decisiones para apoyar elementos antidemocráticos, represivos o el uso brutal directamente de las fuerzas militares”, sentenció Power.
Chaves creyó que seguía en Palmares y desdeñó las advertencias.
¿A quién pretende engañar?