Yoani Sánchez, 14ymedio, La Habana-Era la madrugada del 23 de enero cuando la balsa, con 28 personas a bordo, zozobró en la costa norte de la provincia de Matanzas, Cuba. Al menos cinco balseros murieron y otros 12 permanecen aún desaparecidos. La tragedia, que vuelve a enlutar a las familias de esta Isla, ocurrió apenas dos semanas después de que se iniciara un nuevo programa migratorio concebido por Estados Unidos para frenar la avalancha de cubanos que ha estado llegando a su frontera sur.
“Necesito un patrocinador, cueste lo que cueste”, me dijo mirándome, sin pestañear, un vecino al que le sobran canas y le faltan recursos. Atrapados en el ascensor de este bloque de concreto, el hombre se sentía lo suficientemente seguro para lanzarme su pedido: “Alguien que me saque de aquí y pago con trabajo lo que sea”. En su apartamento de un edificio que se construyó con subsidio sovético en la década de los 80, su mujer, sus dos hijas y tres nietos esperan que sus gestiones brinden frutos cuanto antes.
Mi vecino, que hasta hace poco militó en el Partido Comunista, ahora quiere encontrar un camino para “sacar a la mayor brevedad” a los suyos. La posible vía de fuga es el parole humanitario que Estados Unidos anunció a inicios de este año para beneficiar a migrantes de Venezuela, Nicaragua, Cuba y Haití. Con dicha medida, Washington pretende acoger cada mes a 30.000 nacionales de estos países, y rechazar a los que intentan ingresar a su territorio de forma ilegal.
Especial PuroPeriodismo/14ymedio, La Habana