Informe especial PuroPeriodismo/BBC Mundo
En Guatemala hay un selecto grupo que marca el rumbo de la república más allá del gobierno de turno y que quizás mantenga su enorme poder tras la segunda vuelta electoral presidencial de agosto: la élite económica del país.
Se trata de un conjunto de empresas y familias que ha llamado la atención internacional tanto por su apetito como por su peso en las políticas que el Estado adopta, o deja de adoptar.
“Las élites económicas de Guatemala están consideradas entre las más voraces de América Latina y el Caribe”, indicó un informe reciente sobre la Calidad de las Élites en el mundo, elaborado por la universidad suiza de Saint Gallen y sus socios.
Ese índice EQx, que mide las élites empresariales por el valor que aportan a sus sociedades, ubicó a la guatemalteca en el puesto 125 de 151 países este año. En Latinoamérica, la única que figuró peor en el ranking global es la venezolana (145).
El principal asesor de la Casa Blanca para América Latina, Juan Gonzalez, dijo en 2021 que en Centroamérica hay “una élite depredadora que se beneficia del statu quo, que es no pagar impuestos ni invertir en programas sociales”. Y citó a Guatemala como ejemplo.
“El sector empresarial influye en la formulación de políticas en toda América Latina, pero en ningún lugar tanto como en Guatemala”, advirtió un informe del Banco Interamericano de Desarrollo en 2006.
Para entender por qué ocurre esto en el país más poblado de Centroamérica, con más de 17 millones de habitantes, primero hay que viajar al pasado.
“Unida y antiestatista”
La historia de la oligarquía guatemalteca se remonta a la época colonial.
Por ejemplo, la familia Castillo, que se enriqueció con el viejo monopolio de producción de cerveza y se volvió una de las más influyentes de Centroamérica, expandiendo negocios a sectores como la banca y los alimentos, desciende del conquistador Bernal Díaz de Castillo, quien recibió en encomienda parte de lo que hoy es Guatemala.
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