Miguel Henrique Otero- director El Nacional, Caracas
Desde hace más de una década, el régimen de Chávez y Maduro vienen insistiendo en este objetivo: impedir las protestas. Acallar al pueblo venezolano. Que de forma simultánea al hundimiento de sus condiciones de vida, se produzca también el hundimiento de su ánimo. Que se resigne. Que vegete sin esperanzas políticas, ajeno a la tentación de luchar y movilizarse.
En junio de 2012, Chávez creó la Gran Misión A Toda Vida Venezuela que, tal era su promesa (falsa promesa, por supuesto), tenía como objetivo la seguridad ciudadana. En ese momento, el régimen comenzó a sistematizar el uso en su discurso, del argumento de la paz. De una parte, para intensificar la criminalización de las protestas y despejar el terreno a la violación de los derechos humanos. Quien proteste debe ser detenido y reseñado como un delincuente. De otra, para establecer un vínculo entre protesta y ultraderecha, o entre protesta y acción del imperialismo estadounidense, o entre protesta y oposición democrática. En los enunciados de esa misión se ponía énfasis en la municipalización de la acción policial.
PuroPeriodismo/El Nacional, Caracas