Lágrimas de cocodrilo… el show de Aldesa

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Edgar Fonseca, editor

La intempestiva seudoconferencia de prensa convocada por el Presidente para reclamar por la supuesta prescripción del caso Aldesa confirma ese afán suyo y de su círculo íntimo de recurrir a golpes de efecto, vacíos como el discurrir de la gestión tras 17 meses.

Acompañado de un grupo de los afectados, a quienes les asiste todo el derecho de defender sus intereses y procesos, el gobernante monta un show en que interpela al fiscal general cuyo despacho se carga de causas en su contra.

La presión es irrespetuosa e improcedente.

La narrativa y el montaje confirman ese grosero objetivo, estratégico de esta administración, de interferir y desprestigiar al Poder Judicial, a otras instituciones o a quien se le atraviese en sus propósitos sean ministros, presidentes ejecutivos o particulares.

¿Qué le ofrece el Presidente a los afectados?

¿Justicia?

No le corresponde.

¿Celeridad en los trámites?

No le corresponde?

¿Les ofrece sentencias?

No le corresponde.

En fin, ¿cuál fue el propósito o la razón de este nuevo desatino presidencial?

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Los escándalos por las multimillonarias contrataciones y presiones con la pauta publicitaria institucional en la mira administrativa, legislativa y judicial; las crecientes protestas ciudadanas que demandan de este gobierno resultados y no más humo; los fiascos incontenibles con los escáneres antidrogas en Moín y el ridículo al que fue expuesto el país con la exigencia de visas a ciudadanos hondureños, parecieran haber servido de contexto, de apagafuegos, al show con el fraude financiero de marras.

De poco les vale.

La opinión pública es testigo, un día y otro, de revelaciones sobre caprichosas decisiones para imponer, decidir y manejar, sin control, sumas multimillonarias en publicidad, en un alegado afán de hacer oda a la imagen presidencial.

La opinión pública es consciente, también, tras largos 17 meses, que la “tierra prometida” fue tan solo otro espejismo electoral que se estrella con la cruenta realidad del desangramiento diario en nuestras calles, barrios y ciudades ante la que, hasta hoy, hay ausencia de una respuesta estratégica cohesionada del Ejecutivo.

Mientras la Asamblea Legislativa resella, con responsabilidad, leyes que alargaban la permanencia del país en la lista de naciones indeseables de la Union Europea; mientras los diputados aceleran un paquete de reformas legales estructurales para contener la ola de inseguridad, el Ejecutivo sigue a la deriva.

Quizá, los estrategas de imagen y comunicación en Zapote creen que sus golpes de efecto les calzan como anillo al dedo.

Se trata de un bumerán.

Al engaño general suman un show en que los afectados se notan deslumbrados ante las luces de la prensa y la perorata presidencial, sin percatarse, quizá, que, tras dejar aquel recinto, una mayor decepción les acompañará.

  • Actualización 29-10-23