Oscar Arias censura a Chaves por insultar a quienes lo critican

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Edgar Fonseca, editor

En uno de sus más contundentes mensajes contra las reacciones del presidente Rodrigo Chaves ante la crítica y oposición, el expresidente y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, lo acusó de reaccionar “de manera visceral ante cualquier cosa que no sea la ovación y el elogio”.

“No es posible que cualquier persona que ose criticarlo, aun movido por la mejor intención del mundo, tenga que ser declarado “mercenario”, “filibustero”, “esbirro”, “cobarde” o “canalla”. Nuestro presidente carece a todas luces de la humildad básica que permite la correcta absorción y el procesamiento de la crítica”, fustigó el exgobernante (1986-1990) ), (2006-2010) en un post Facebook.

Lo instó a “procurar adoptar una apertura emocional más sana con respecto a la crítica. Esto le hará un bien inmenso al país, que redundará en su beneficio personal”.

Texto del expresidente Arias, adjunto.

UNA REFLEXIÓN EN TORNO AL PAPEL DE LA CRÍTICA EN LA POLÍTICA

Nuestro país tiene entre sus manos muchas posibilidades de convertirse en una nación desarrollada. Pero esa posibilidad depende de que sea capaz de construir, también, una cultura política desarrollada, una forma más madura de entender el proceso democrático. La política es un espacio social y una actividad en la que la crítica cumple con un rol determinante. Es preciso saber formular la crítica de manera noble, pero también es indispensable que el político sepa asimilar la crítica: aceptarla, digerirla, ponderarla cuidadosamente y extraer de ella cualquiera que sea su coeficiente de verdad y de validez.

Nuestro actual presidente de la república ha dado muestras de no saber cribar todo lo que llega hasta sus oídos, para retener aquellas observaciones que resultan útiles para su gestión. No es posible que cualquier persona que ose criticarlo, aun movido por la mejor intención del mundo, tenga que ser declarado “mercenario”, “filibustero”, “esbirro”, “cobarde” o “canalla”. Nuestro presidente carece a todas luces de la humildad básica que permite la correcta absorción y el procesamiento de la crítica. Reacciona de manera visceral ante cualquier cosa que no sea la ovación y el elogio.

No hay ninguna posibilidad de crecimiento humano sin crítica. La autocrítica en primer lugar, y luego la crítica de quienes evalúan nuestro nivel de competencia en cualquiera que sea el cargo que desempeñamos. La actitud defensiva y la sobrerreacción emocional negativa son como un veneno que ofusca nuestra percepción de la realidad, que nos aísla del mundo, que nos aliena e impide madurar e ir quemando etapas en esa eterna faena de aprendizaje que es la vida. Solo crecerán aquellos que sepan aceptar la crítica. Los gobernantes, como los metales, se prueban bajo presión. Sólo los metales construirán los puentes del mañana, y no quienes se nieguen a ejercer su liderazgo en pos de la búsqueda permanente de acuerdos que nos permitan avanzar.

No toda crítica busca herirnos, no toda ella es motivada por siniestras intenciones y la malevolencia que ocasionalmente se apodera de la conciencia humana. La crítica es un bien preciado, algo que debemos atesorar, considerar, ponderar objetiva y meticulosamente.

Bien haría nuestro presidente en procurar adoptar una apertura emocional más sana con respecto a la crítica. Esto le hará un bien inmenso al país, que redundará en su beneficio personal. Hay miles de costarricenses que interpelan al presidente con buena intención, y que no quieren otra cosa que el bienestar del país y el éxito de su gestión.

Mis ojos vieron el ayer de la política. Soy un viejo militante de este oficio, un demócrata veterano y creo, con cada fibra de mi ser, que Costa Rica será mejor el día en que deje de acarrear agua del pozo de la confrontación y el resentimiento, y empiece a regar sus campos con el agua diáfana del diálogo y el respeto, con la voluntad para coincidir y la vocación para ayudar.