Especial PuroPeriodismo/Roberto Valencia, BBC Mundo
“De aquí no sale nadie; el que cumple su condena es recapturado inmediatamente”, dice Berlamino García.
Aquí es el Cecot, el acrónimo elegido para el Centro de Confinamiento del Terrorismo, pero que en las calles de El Salvador se conoce más como la megacárcel de Bukele.
Y Belarmino García es su director desde que inauguraron esta enorme prisión, hace menos de 11 meses.
Hoy es 24 de diciembre, el sol se está poniendo y en una hora estaré cenando arroz y frijoles entre pandilleros de las estructuras criminales Mara Salvatrucha(MS-13), Barrio 18-Sureños y Barrio 18-Revolucionarios, causantes de una espiral de violencia que dejó miles de muertos en el país centroamericano.
Pero antes, Belarmino me hará un tour exprés.
Llevo 15 años ingresando en centros penales de Centroamérica y esto es otra cosa, definitivamente.
De entrada, sus dimensiones son colosales: 236.000 metros cuadrados, el equivalente a cinco veces el Zócalo de Ciudad de México. Muy pocas cárceles en el mundo ocupan más espacio.
“El muro principal tiene 9 metros de altura y otros 3 metros de barda electrificada; 15.000 voltios nada más –dice Belarmino, con un dejo de orgullo–, ¡15.000 voltios! Con sólo acercarse ahí, uno muere de un solo toque”.
Belarmino es bajito y campechano. Habla con satisfacción de sus 17 años en la Dirección General de Centros Penales de El Salvador, y de su carrera fulgurante.
“Yo vengo desde agente”, dice.
Ahora dirige “este monstruo”, con mil personas bajo su mando, sin contar los 250 agentes policiales destacados y los 600 militares que cuidan el perímetro.
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