Magistrada Eugenia María Zamora, presidenta Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) *
Señor magistrado Vicepresidente Max Alberto Esquivel, señora magistrada Zetty Bou, señor magistrado Luis Diego Brenes, señora magistrada Mary Anne Mannix, señoras y señores magistrados suplentes de este Tribunal; distinguidos integrantes del cuerpo diplomático acreditado en Costa Rica, estimables representantes de los partidos políticos; señoras y señores de las misiones de observación internacional acreditados para estas elecciones; señores Delegados del Cuerpo Nacional de Delegados; respetables profesionales de la prensa que nos acompañan; señores invitados especiales, amigas y amigos todos. En nombre de la familia electoral, sean bienvenidos al Tribunal Supremo de Elecciones, casa de la democracia costarricense.
Hoy Costa Rica ha vuelto a votar en paz y libertad para elegir a sus representantes populares, como lo ha venido haciendo, de forma ininterrumpida, desde hace 75 años. Hoy hemos ratificado, de nuevo, nuestra vocación democrática; nuestra convicción de que reconocernos libres e iguales, de que canalizar nuestras diferencias y aspiraciones -a través de la política, la ley y las urnas-, es el camino costarricense, del cual no nos apartaremos jamás.
Ha sido la de hoy una jornada intensa. Punto culminante de un proceso muy desafiante para este organismo electoral. Ya en el pasado habíamos advertido que las elecciones locales eran mucho más complejas logísticamente que las nacionales. También dijimos, al convocar estas elecciones en octubre pasado, que esta elección, en particular, sería especialmente desafiante, por las características específicas que presentaba.
Pero ahora sabemos, además, que las turbulencias políticas, que en el pasado se daban únicamente durante los comicios presidenciales y diputadiles, pueden arreciar también durante los procesos municipales.
Nunca antes, de previo a una elección, como ha ocurrido en las últimas semanas, habíamos sido objeto de una ofensiva digital de desinformación tan agresiva, llena de calumnias y discursos de odio dirigidos contra las magistradas y magistrados de este Tribunal. Nunca antes, tampoco, se habían formulado tantas gestiones expresamente dirigidas a impedir la celebración de las elecciones o a impedirnos a nosotros, como jueces electorales, dirigirlas, como es nuestro deber constitucional.
Sabemos que, en distintos países del mundo, el ataque sistemático a las autoridades electorales, las campañas dirigidas a desacreditar a sus funcionarios y las teorías de la conspiración, que buscan promover la desconfianza en los resultados de las urnas y hasta la violencia política, son una lamentable tendencia. Lo sabemos. Pero ustedes también saben que el Tribunal Supremo de Elecciones, siempre cumplirá su mandato constitucional. Esta institución, a sus magistradas y magistrados, y sus cerca de 1.400 funcionarios, no nos apartaremos de nuestra misión de asegurarles, a los costarricenses, procesos competitivos y reglados en los que, en pie de igualdad, puedan libremente escoger a sus representantes populares.
Y no nos apartaremos de esa obligación y convicción, porque también sabemos que no estamos solos. Cada estudio de opinión pública o incluso análisis de la conversación digital, como el que hace pocos días publicaba la Universidad Latina, dan testimonio del sólido respaldo que tiene este Tribunal Supremo de Elecciones entre los costarricenses. Un pueblo noble pero no ingenuo, que no se amedrenta ante campañas de desprestigio; un pueblo noble que, por el contrario, nos honra con su confianza y del que nos sabemos servidores obligados a la transparencia, a la eficiencia y al buen hacer.
Un pueblo noble que no se ha quedado cruzado de brazos, y que ya sea dentro del Cuerpo Nacional de Delegados, de iniciativas de la sociedad civil como la incubadora de liderazgo +Costa Rica o la Asociación Cívica Costa Rica Íntegra, o, incluso, desde la empresa privada, como UCCAEP, la Cámara de Industrias, los colegios profesionales como el de Informáticos y el de Ingenieros y Arquitectos, distintas universidades públicas y privadas, medios de prensa, y miles de ciudadanos, ha dicho presente, y poniendo sus manos en el arado, ha salido en defensa del más valioso de los activos de este país: su emblemática democracia.
Hoy también corresponde un merecido reconocimiento a los partidos políticos participantes. Los dos cambios normativos, aplicados por vez primera en nuestro país: la ley que limita la reelección indefinida de los cargos municipales y la emblemática resolución de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, ordenando que las nóminas partidarias fueran paritarias, implicaron una gran presión y significaron un gran esfuerzo para todos ellos.
Igual reconocimiento debemos extender a los más de doscientos mil agentes electorales que, a lo largo y ancho del país, no han faltado al llamado de la Patria, en especial a las personas integrantes de las juntas receptoras de votos quienes, desde las cinco de esta mañana, han desplegado su mayor esfuerzo para que ningún costarricense quedara sin votar.
Los votos ya fueron emitidos y, en unos minutos, les ofreceremos los resultados que está arrojando nuestro sistema de transmisión provisional, desde las juntas receptoras en todo el país; y el martes, aquí en nuestra sede central, empezaremos el escrutinio definitivo dirigido a determinar y declarar la elección de los 6.212 cargos en disputa, dando por concluido el proceso electoral.
A quienes no hayan sido favorecidos por la voluntad popular, muy respetuosamente los invito a la autocrítica, a la satisfacción de haber concurrido con honradez a esta elección y a valorar qué deben hacer mejor o diferente para, en el futuro, obtener mejores resultados. Y a quienes sí resulten electos, les pido humildad. Humildad para extender la mano solidaria a las demás fuerzas políticas, conscientes de que la complejidad de los desafíos que enfrentan nuestras comunidades no podrán ser superados por ningún individuo ni partido en solitario; de que, para salir adelante, requerirán de las ideas y de los aportes de distintos actores, y, sobre todo, de que nuestro país, en especial cada uno de los pedacitos de él que habitamos, no merece una dirigencia política enfrascada en una estéril y permanente confrontación, sino que necesita más generosidad, más trabajo, más altura de miras y un esfuerzo compartido que honre nuestro pasado y alumbre un futuro mejor para todas y todos.
Muchas gracias.
- Mensaje sesión solemne resultados elecciones municipales, 4 de febrero 2024