PuroPeriodismo/Especial BBC Mundo
“No los miren a los ojos, no hagan contacto visual”.
Esa es una de las primeras instrucciones que recibimos un grupo de periodistas al iniciar la visita al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la prisión de máxima seguridad construida hace justo un año por el gobierno de Nayib Bukele para miembros “de alto rango” de las tres principales pandillas de El Salvador.
Rapados, vestidos de blanco impoluto, los tatuajes a la vista, es difícil no mirar a los presos, que se saben observados y devuelven la mirada desde el otro lado de las rejas.
Cientos de ellos están dentro de las celdas gigantes de la prisión, una faraónica obra levantada en medio de la nada que simboliza la controvertida política de seguridad de Bukele, a la que se atribuye su aplastante victoria en las elecciones del domingo.
Durante años las bandas Mara Salvatrucha y el Barrio 18 —escindidos en Revolucionarios y Sureños después— desangraron el país.
“Aquí están los psicópatas, los terroristas, los asesinos que tuvieron en luto a nuestro país”, advierte el director del centro, quien se guarda el nombre pero se deja filmar.
Él será nuestro guía durante una visita coreografiada por el gobierno.
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