PuroPeriodismo/Proceso, Ciudad de México

La “Cuarta Transformación”, fraseo para la dimensión histórica reivindicado una y otra vez por el presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene oficialmente una heredera. Con la comodidad de la ventaja que desde hace al menos dos años empezaron a reflejar las encuestas, Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió en la ganadora de los comicios presidenciales con un margen incontrovertible.

Tan incontrovertible como para recibir una herencia muy próxima a la hegemonía de los tiempos de partido único, con mayorías tan amplias en las cámaras de Diputados y Senadores, que prácticamente aseguran su predominio en la integración del Poder Judicial y todo órgano autónomo que deba pasar por el Legislativo.

Bajo la innegable sombra de su impulsor, el presidente López Obrador, Claudia Sheinbaum llegará a Palacio Nacional el 1 de octubre próximo con la gran paradoja de marcar distancia con quien le abrió el paso para ser la primera mujer en llegar a la Presidencia de México.

Con la idea de continuidad –manifiesta hasta el nombre de la coalición Morena-PT-PVEM, “Sigamos Haciendo Historia”, que abanderó a Sheinbaum Pardo–, la sucesión presidencial de 2024, tan próxima a su consolidación hegemónica, tiene en su desenlace el tufo de la intromisión presidencial como en los tiempos de partido único.

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